Mucho se dice acerca de lo espantoso que es la experiencia gastronómica a bordo de un avión. Días atrás, un ex comisario de abordo compartió en la red social Quora todo lo que ha visto sobre comidas en aviones durante su carrera profesional.
Bajo el username Shreyas P., relata, por ejemplo, que la famosa omelette que suelen servir en el desayuno incluye otros substitutos, que la fruta que viene en la bandeja y parece recién cortada tiene conservantes para mantener el buen aspecto o que el agua empleada para hacer el café viene del mismo depósito del agua de los baños.
Incluso revela que en más de una ocasión han encontrado rastros de escherichia coli en ese líquido, razón por la cual pilotos y tripulantes no toman café hecho con agua de a bordo. También es cierto que la comida se cocina previamente y que en el avión se recalienta. Pero… ¿se puede hacer de otro modo?
En primer lugar, hay que destacar que la comida arriba de un avión nunca va a tener el mismo sabor que en tierra ¿Qué sucede? Física pura: a 12.000 metros de altura y con una cabina presurizada se pierde buena parte del olfato porque la nariz se seca y hasta el 30% de las papilas gustativas, que “se adormecen” con la altura.
Por otro lado, es cierto que la comida se prepara en tierra. Y no es un negocio menor: uno de los principales catering aéreos del mundo prepara 584 millones de raciones anuales… Una cifra que deja helado al empresario gastronómico más ducho.
Sucede que una vez que se embarca, se recalienta en unos pequeños pero poderosos hornos convectores que hay a bordo de las aeronaves. Tiene que ser así porque para darle de comer a 180 0 250 personas en una hora a bordo de un tubo de pasta de dientes con alas, una cocina convencional es inviable, además de todos los riesgos que acarrearía. Así que salvo en primera clase, donde en ocasiones algunas líneas aéreas disponen de un chef que realiza la terminación de los platos, a bordo no se cocina.
Respecto del huevo y las frutas, la responsable de comunicación de uno de los principales catering aéreos que pidió mantener el anonimato, asegura que para la omelette se emplea huevo líquido pasteurizado (para evitar riesgos con la Salmonella), y que las frutas son frescas y no llevan ningún tipo de conservante. Estas empresas de primera línea cumplen con las normas HACCP, sobre análisis microbiológicos y riesgos alimentarios en todos sus productos.
Más allá de lo hay en el menú, el asunto de comer a bordo no pasa por la cocina: para Robert Corey, ex cocinero de LSG Sky Chefs, para abastecer a los aviones de 300 aerolíneas que despegan y aterrizan diariamente de todos los aeropuertos del orbe, “la cocina es lo más sencillo del proceso. Lo realmente complejo es la logística; el problema es que la comida correcta llegue al vuelo correcto, en la bandeja adecuada y en el momento oportuno…”.
Así que el viajero aprensivo puede quedarse tranquilo: la comida arriba del avión quizás no sea la más sabrosa, pero al menos es segura.
¿Te divierte comer a bordo de un avión?
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