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La historia del food truck comandado por cocineros con síndrome de Down

Adriana buscaba trabajo para su hija Fiama y terminó creando Morfables 21, que emplea chicos con esa condición. Conocé este proyecto inclusivo de la mano de Eddie Fitte.

En Morfables 21 lo inclusivo no es un término que se restringe solo al lenguaje. Está en los hechos, se vive en cada feria, en cada evento donde participa este food truck tan particular. Y es que sus cocineros y empleados son todos chicos con síndrome de Down, de entre 18 y 22 años, que se generaron su propia fuente de trabajo.

Adriana Corigliano recuerda exactamente como nació la idea. Paseaba por Palermo con su hija Fiama. “Ella me había planteado que le gustaba la gastronomía. Y cuando vio un food truck lo señaló y me dijo: ‘Eso quiero’. Flasheamos enseguida y dijimos: ¿por qué no? Dos meses después estábamos trabajando”.

Eso fue hace poco más de un año, pero el kilometraje que acumularon es mucho: ya participaron en las ferias más importantes, como Buenos Aires Market y otras que organiza el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, con un un lema siempre en alto: Somos tan capaces y tan distintos como todos.

“Los chicos con síndrome de Down suelen prepararse para un trabajo que nunca llega, por eso lo generamos nosotros”, dice Adriana, que armó un equipo con los mejores amigos de su hija, del colegio y de la vida. Algunos tenían conocimientos de panadería, cocina y pastelería y a los que no los entrenó durante varios fines de semana.

De Morfables 21 se desprende un aroma a ahumados, a carne cocida por varias horas, a condimentos. Fiama y Agus preparan pinchos de pollo y de lomo, con vegetales, y luego los ponen a asar en una plancha. “En 15 minutos están listos”, aseguran.

Otro de los platos del food truck, por el que la gente hace largas filas, es el sándwich de bondiola en ciabatta con coleslaw y pepinos.

Aunque la estrella indiscutida es una receta de mamá Adriana: sándwich de vacío desmenuzado al malbec. Después de cuatro horas de cocción a baja temperatura, la carne queda sabrosa y se desarma, gracias a todos los jugos que le aporta el vino. Se termina con picante (a gusto).

¿Y el nombre? También tiene una razón. El 21 hace alusión a la trisomía 21, causante de la mayoría de los casos de síndrome de Down. “Y morfables porque para mí son adorables”, comenta Adriana con una sonrisa.

Disfrutá de este capítulo especial de De Barrio de la mano de Eddie Fitte:

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