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Servilleta: de dónde salió y cómo usarla

Los sí y los no del pedazo de tela más famoso.

Copas, cubiertos, vasos. Es lo que se aprecia a primera vista cuando uno llega a la mesa. Pero también está la servilleta, pedazo de tela que pasa desapercibido pero que tiene historia y muchos códigos. Cucinare te cuenta de qué se trata el asunto:

Hasta donde alcanza la memoria histórica, fueron los griegos los que se usaban miga de pan para limpiarse las manos. Posteriormente los romanos empleaban dos tipos de lienzos, uno llamado “mapea”, tela colectiva para usar en la mesa, y el “sudario”, una tela individual, más pequeña, para la higiene personal.

Pero fue durante el medioevo cuando la etiqueta tomó su forma actual. Los comensales se limpiaban las manos con aguamaniles individuales y se secaban con el mantel, y recién a fines de ese período fue cuando comenzó a usarse una tela colgando de las esquinas e las mesas. Luego, a mediados del siglo XVIII, se volvió a usar una tela individual para limpiarse manos y boca.

La servilleta, término que viene de la voz francesa serviette (servir), invariablemente se dispone a la izquierda de cada comensal o en el centro del plato. Una vez sentado a la mesa, hay que esperar a que el anfitrión o el invitado de mayor jerarquía la despliegue. Por lo general, se pone en el regazo, aunque una opción muy discutida es si se puede usar como un babero. Y contra lo que se piensa, es algo común de ver en reuniones de negocios donde los ejecutivos no quieren ver percudidas sus corbatas de seda.

Cuando uno se levanta para ir al baño, debe dejar la servilleta sobre la silla (no sobre la mesa, a pesar de que los manuales de protocolo así lo indiquen); la servilleta sólo se apoya en la mesa cuando finaliza la comida, del lado derecho y sin doblar. Uno la usa para limpiarse cuando le resulte necesario, pero por lo general antes y después de beber de la copa o vaso.

Hay servilletas de distintos materiales y colores y, por supuesto, su elección tiene que ver con la ocasión y el gusto del anfitrión. Lo importante es que sin llegar al extremo de que sean de hilo (material reservado para gente pudiente y en ocasiones de gala), sean de una tela que no deslice por la falda del comensal, cosa que suele suceder con las servilletas de alto contenido de poliéster.

¿Conocías el origen de la servilleta?

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