¿Quién se anima a prescindir de una buena salsa fileto, tuco o boloñesa? El tomate está presente en nuestras pastas, pizzas y ensaladas, tanto que la cocina argentina no podría entenderse sin esta maravillosa fruta originaria de América.
Sin embargo, si el tomate está tan arraigado en nuestra dieta es gracias a la llegada masiva de los inmigrantes europeos a fines del siglo XIX y sus recetas tradicionales. Y, entre una de ellas, la de la pizza y la salsa de tomates. Pero hubo una época en que su consumo estuvo prohibido por ser considerado peligroso para la salud, e incluso venenoso.
Pasó que los primeros tomates que trajo de vuelta del Nuevo Mundo el conquistador Hernán Cortés fueron únicamente empleados como elemento decorativo. El militar español los había visto en los jardines del emperador azteca Moctezuma y a nadie se le ocurrió ponerse a comerlos.
Además, su color de un rojo intenso y el sabor ácido hizo que, durante el siglo XVI, se creyera que era una fruta venenosa, por eso era también la fruta prohibida, aparte de la manzana bíblica. Pero con la pobreza y el hambre, finalmente algún campesino de la zona del Méditerráneo (donde crecían de manera silvestre) se decidió a comerlos y a darse cuenta que no moría envenenado, sino todo lo contrario.
Pero la creencia popular tenía algo de cierto: solo el fruto maduro es comestible, ya que el tallo, las hojas o los rabos de los frutos sí son tóxicos. La tomatera contiene un alcaloide llamado solanina, que hay que evitar ingerir.
¿Te gustan los tomates?
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Los declaró ilegales porque los productos no pueden ser identificados como elaborados en lugares habilitados.