Con la llegada de los primeros fríos, se imponen las sopas. Es momento de sacar el recetario de la abuela para preparar esos platos entrañables y suculentos.
Y uno de ellos es el minestrone, que no es ni más ni menos que una sopa casera italiana con una enorme tradición.
La palabra minestrone es aumentativo del término italiano minestra (sopa), que a su vez viene de ministrare (lo que sirve).
Carece de una receta única ya que es un plato abierto a distintos ingredientes, plato que es hijo de la necesidad y que emplea todo lo que uno dispone a mano. No obstante, por lo general lleva un caldo de carne, verdura, legumbres y algo de pasta o arroz.
No hasta hace mucho se la enmarcaba dentro del estilo de cocina llamado cucina povera (literalmente, “cocina pobre”), referida a platos que tienen raíces rústicas y rurales, en lugar de cucina nobile o cocina de la aristocracia y la nobleza.
Su antecedente remoto viene de la época de los romanos (bajo el nombre pultus), plato único y universal que se hacía en un caldero, que a su vez tiene otro ascendiente llamado “bodrio” (¿suena conocido?), una sopa espartana hecha con vegetales, carne, especias y mucha sangre.
El problema era que invariablemente había que comerla a diario por disposición del dictador Licurgo, cosa que los helenos terminaron odiando y asociaron a la monotonía.
Pero lejos de ser aburrido, el minestrone sigue gozando de aceptación y ha dejado de ser un plato de tradición puramente rural.
En las casas lo preparan ya sea cortando los ingredientes ellos mismos o comprando las bandejitas con juliana de verduras, que no tendrán tanto encanto, pero resultan mucho más prácticas.
Sopas de experto
Cucinare le consultó a dos especialistas, Mauro Crivellin, oriundo de Novara, y Pedro Pichau, titular de Italpast, que dieron los tips para hacer un buen minestrone: “Hay gente que procesa toda la verdura y otros que no, pero a mi me gusta dejar la mitad entera para que se perciban las texturas”, afirma Mauro Crivellin.
“Además, antes de tomarla, el comensal le tiene que agregar un chorrito de aceite de oliva, una vuelta de pimienta y bastante queso rallado”, concluye el de Novara.
Por su parte, Pichau sugirió agregarle un poco de vino tinto, y si es Barbera, aún mejor, tal como la tradición indica.
Este plato puede tener buenas versiones con este tipo de carnes más económicas.
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