Parecería que, en la historia de la humanidad, desde siempre se brindó con alguna bebida para festejar o celebrar algo. Y que siempre se lo hizo golpeando suavemente las copas como señal de esa celebración.
Sin embargo, la realidad indica que hubo una época en que se puso de moda y, desde entonces no dejamos de hacerlo de manera instintiva en todo el mundo.
En realidad, el brindis como lo conocemos ahora (la palabra es una deformación del alemán del siglo XVII, ich bring dir’s, que significaba “te lo ofrezco”) apareció en las mesas de Occidente durante la Edad Media, por motivos bien particulares.
En esa época, era común el deshacerse de sus enemigos políticos (pero también de aquellos a quienes a uno no le caían bien) colocando veneno en la copa que iban a tomar. La muerte por envenenamiento era muy habitual en esos tiempos, por lo que había que encontrar la manera de confiar en los demás sin que se sospechara de lo que se le estaba sirviendo, tanto en la copa como en el plato.
Por eso, el choque de copas (con más fuerza que ahora), permitía que los líquidos saltaran y se mezclaran con los de los demás, lo que representaba una manera sencilla de evitar morir envenenado (o por lo menos ser el único que sufría tal final). Así que la confianza, un bien que era muy escaso en el Medioevo, se obtenía de la manera más a mano: a través de la copa.
¿Para qué clase de celebraciones solés brindar?
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