Aunque no lo creas, hubo una época en que el servicio de comidas de los aviones estaba pensado como en tierra: con un salón comedor. El menú incluía langosta, foie gras y caviar, entre otras delicatessen. Los pasajeros comían en vajilla de porcelana con cubiertos de plata, y las mesas eran decoradas con floreros. A la vista de lo que es hoy, donde hay que pagar por un sándwich y una bebida, suena a increíble.
Sin embargo, el primer servicio de a bordo fue provisto en 1919 (hace 100 años) por la compañía Handley Page Transport, en su vuelo entre Londres y París.
“Fue en un trayecto de Londres a París y en aquella ocasión consistió solo de un sándwich y una gaseosa. Lo hicieron porque era un vuelo de dos horas y media, los aeropuertos estaban lejos de las ciudades y no había restaurantes ni cafés. Tenían que competir con trenes y barcos y ofrecer algo más aparte de la velocidad. Pero, en cuanto otras compañías empezaron a hacer lo mismo,la calidad y variedad de los menús mejoró enseguida”, explica el historiador culinario Richard Foss.
En los años ’20, las comidas de los aviones eran frías, con tablas de quesos y ensaladas. Luego, a partir de 1930, aparecieron las cocinas de a bordo y el servicio se empezó a sofisticar.
A veces, cuando el vuelo era muy largo el servicio se ofrecía durante la escala en el hangar de la aerolínea. Hay que tener en cuenta que un vuelo entre Londres y Sydney, Australia, podía llegar a durar ¡12 días y medio! Esto se debía a que había muchas paradas nocturnas, cuatro cambios de avión, e incluso un breve trayecto en tren. Pero era mucho más rápido que los 44 días que se tardaba en barco.
Sin embargo, la gran revolución llegaría en los años ’40, con la comida congelada. Esto permitió diversificar los platos y evitar el desperdicio de comida que ocurría hasta ese entonces, cuando un vuelo era cancelado.
Los años ’50 vieron subirse el alcohol a los vuelos comerciales, con el champagne como estandarte de la sofisticación y la gran competencia que ya existía entre las aerolíneas. La primera en hacerlo fue Western Airlines, pero todas se embarcaron rápido en la experiencia, con la alemana Lufthansa ofreciendo incluso cerveza tirada de un barril para promocionar sus vuelos a Munich durante la Oktoberfest.
A partir de los años ’80, las políticas de cielos abiertos en Estados Unidos y Europa ayudaron a bajar los precios de los pasajes, pero eso repercutió enseguida en la calidad de las comidas. Salvo honrosas excepciones como Emirates, Qatar Airways y Singapore Airlines, que ofrecen un servicio de muy alto nivel, la mayoría decidió recortar costos y desentenderse de lo que sirven a bordo. Sin embargo, en los últimos años, en línea con el centenario de este servicio, cada vez más compañías vuelven a mejorarlo, ofreciendo la posibilidad de reservar el menú antes de embarcar, como forma de mejorar sus ingresos y reducir los desperdicios.
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Los declaró ilegales porque los productos no pueden ser identificados como elaborados en lugares habilitados.