Hace varios años que la palta está de moda y es considerada uno de los alimentos fundamentales de una dieta saludable. Incluso se lo describe como un “superalimento” por la cantidad de propiedades y beneficios que posee.
Hasta hace unas décadas, en Estados Unidos y Europa, los principales mercados de consumo de esta fruta, nadie la conocía y solo se utilizaba en algunas cocinas de América Latina, como la mexicana y la andina. Actualmente, el guacamole es un boom global, por lo que el cultivo de la palta trae graves consecuencias desde el punto de vista medioambiental por sus condiciones de producción y hasta se convirtió en un espacio legal de inversión para los grandes carteles del narcotráfico.
La variedad más consumida en el mundo es la Haas, que se diferencia de otras por su pequeño tamaño y por su terneza y cremosidad. Solo Europa demanda cada semana unas 5.000 toneladas, lo que provocó que, en México, el mayor productor del mundo, cada vez más agricultores hayan decidido convertirse en monoproductores, dejando de lado otros cultivos tradicionales por ser menos rentables. Pero esto también está ocurriendo en otros países como Chile, donde las grandes plantaciones de “aguacate” barren con todo lo que hay a su alrededor, incluso quemando bosques para ampliar la superficie cultivada.
De acuerdo con las estadísticas, en el Estado mexicano de Michoacán, que provee más del 70% de las cosechas del país, entre 2001 y 2010, la producción de palta se triplicó y las exportaciones se multiplicaron por 10. Esto generó una pérdida de 7.000 hectáreas de bosques durante la misma década. Desde los años ’80, la superficie destinada a cultivar paltas en Michoacán se multiplicó por 4.
En cuanto al daño medioambiental que supone extender tanto la producción en todos estos países, el primer problema que genera es el excesivo consumo de agua (la fruta lo necesita para conseguir esa cremosidad que la hace tan apetecible), provocando crisis hídricas en varias zonas de Chile y México, que se quedan sin agua suficiente para el resto de las plantaciones. Es que un cultivo de palta requiere del doble de agua que un bosque tupido, y eso termina generando un desastre ambiental de proporciones, destruyendo la vida silvestre.
Pero lo que se conoce como “oro verde” (solo la exportación de paltas mexicanas a Estados Unidos representó un ingreso de 1,6 billones de dólares para el país) también atrajo el apetito de los carteles de la droga, por lo que al daño medioambiental ahora hay que sumarle la violencia del narcotráfico. Para estas organizaciones delictivas, ingresar al negocio del aguacate tiene grandes ventajas: diversifican sus ingresos y entran a un negocio legal, en el que no tienen que lavar el dinero que facturan.
¿Cómo hacer para consumir palta de manera responsable y no fomentar el daño medioambiental? En primer lugar, consumirla en otoño e invierno, que es la estación del año que corresponde. Y, por otro lado, solo comprar las que provengan de la región más cercana a donde uno reside, para evitar que otros países sufran por el impacto ecológico de la sobreproducción. Hacerlo de manera responsable evitará el daño que ahora está sucediendo en varias partes del mundo.
¿Cuántas paltas comés por semana?
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Los declaró ilegales porque los productos no pueden ser identificados como elaborados en lugares habilitados.