Esta nota se podría titularse “La revancha del clericot”. Sí, revancha porque durante la primera década del siglo XXI fue dejado de lado por no ser considerado una preparación “gourmet”. Muchos conocedores, además de considerarlo un recurso de parador de playa, se horrorizaban ante la idea de “bastardear” las virtudes de un vino mezclándolo con frutas y azúcar.
Sin embargo, parece ser que el clericot al final tenía razón, porque la vanguardia de la industria del vino está impulsado el consumo de vinos ligeros con hielo, hierbas y frutas.
El clericot, a fin de cuentas, es una suerte de ponche, una mezcla de vino blanco, frutas de estación, mondas de naranja o limón, azúcar y hielo (algunos le agregan soda), que se sirve en una jarra, por lo general durante la temporada estival.
No se sabe con exactitud de dónde proviene el nombre, porque si bien suena francés, parece que el origen del término viene del otro lado del Canal de la Mancha, ya que los ingleses, tan afectos a estas mezclas, tomaban una bebida similar llamada Claret cup (hecha a base de clarete, que durante los siglos XVIII y XIX importaban de Burdeos). No obstante, la costumbre de tomar esta preparación es de antigua data, en particular en la Europa mediterránea.
Joaquín Hidalgo, reconocido periodista enológico, diceo sobre el clericot: “Creo que es una bebida fascinante, notable y que la gente adora. Es que permite que a cualquier consumidor lograr una bebida grata con un vino medio ‘peleón’”.
Y, hablando de la Europa Mediterránea, la sangría, prima hermana del clericot (hay muchas variantes, aunque está hecha de modo similar, pero con vino tinto; si la sangría además lleva un aditamento de alguna bebida espirituosa, pasa a llamarse “zurra”), es una bebida con mucho arraigo. Se toma mucho durante el verano en Andalucía, en particular cuando la gente va a ver corridas de toros, que es cuando los comensales suelen refrescarse con una cerveza o un buen vaso de sangría, nombre más que elocuente para tan brutal espectáculo.
Lo interesante es que las bodegas están sacando al mercado tintos de verano, para tomar fríos (lo que hasta hace unos años era impensado), o incluso mezclar. Por ejemplo, Zuccardi tiene su Tintillo, y Aniello el Trousseau.
“¡Hombre!, la sangría es una bebida veraniega, tipo cóctel, una mezcla de bebidas blancas (como ron, vodka o gin), gaseosa de naranja o limón, azúcar, fruta de temporada, y por supuesto, vino tinto (un vino de mesa, económico), que es la base de todo”, cuenta el valenciano Salvador Boro Ramírez, paellero de profesión, radicado en Buenos Aires.
Qué preferís, ¿sangría o clericot?
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