Comer la pizza al paso de pie, sobre el mostrador, sola o montada sobre una porción de fainá, es uno de los clásicos almuerzos o tentempiés porteños. De hecho, difícilmente uno se pueda calificar de tal si no realizó la experiencia.
Por eso Cucinare pasa revista a los lugares más emblemáticos para mandarse una porción de pizza al vuelo y seguir la jornada:
#1. Burgio. Se trata de una de las tradicionales pizzerías de Belgrano, fundada en 1930 por un inmigrante italiano y famosa por su muzzarella de molde hecha en el horno a leña. Se puede comer “de dorapa” en el mostrador mientras se orejea la televisión junto a una cerveza tirada bien helada.
#2. El Cuartito. Si uno quiere disfrutar de una colección de pósters y afiches deportivos, en particular de fútbol y boxeo, El Cuartito, fundada en 1936, es el lugar adecuado. Además de las mesas que hay en los salones, se pueden pedir porciones de pizza sobre unas mesadas munidas de aderezos (orégano, ají molido y sal). Las que más salen son la muzzarella y la fugazetta, que uno puede comer de parado, últimamente rodeado de extranjeros porque es una de las paradas obligadas de los turistas.
#3. Las Cuartetas. Uno de los puntos altos de la Av. Corrientes es Las Cuartetas, nombre que tomó debido a que el poeta Alberto Vaccarezza solía escribir cuartetas (estrofas de cuatro versos que suelen ser octosílabos), que la casa exhibía al lado de su tradicional sopa inglesa. Las pizzas son a la piedra y de media masa. Además de la excelente “muzza” se come una muy rica pizza de anchoas.
#4. Güerrín. Otra institución de la Av. Corrientes es Güerrín. Además de la muzzarella, la más demandada de todas las pizzas, aquí se puede comer la atípica pomarola y la Super Güerrín (muzzarella, jamón, morrones y cebolla), siempre cocidas en el horno a leña. Además de la barra donde se come al paso y está atestada de comensales, tiene dos pisos.
#5. Banchero. Agustín Banchero fue nada menos que el inventor de la fugazetta con queso. Actualmente, sus descendientes continúan a cargo del negocio, tanto de la sucursal de La Boca como la del Centro. En esta última no pocos transeúntes hacen escala para comer al paso tanto “la muzza” como la fugazetta, pizzas de molde o media masa.
#6. La Mezzetta. Otra parada de taxistas y glotones que no resisten la llamada de la fugazetta rellena, un portaviones desbordante de queso. De hecho, llama la atención la pavorosa cantidad de muzzarella que tiene (1.2 kilos por pizza, aunque parezca increíble), así que con una porción uno sale hecho. El local es azulejado, rectangular, sin lujos, con un pequeño televisor encendido de forma permanente y sólo acepta clientes que comen de parado. Una maravilla que hay que probar.
#7. Pirilo. Funciona desde 1932 y sus especialidades son la exquisita muzzarella de molde y la fugazza. Es la parada obligada de no pocos taxistas que bajan a “clavarse” un par de porciones antes se continuar la jornada. Durante muchas décadas, la administró Pirilo, el alma máter de la casa, pero hace casi veinte años que sus hijas están al rente de la célebre pizzería.
#8. Angelín. Ubicada sobre la Av. Córdoba, Angelín tiene el merito de haber sido uno de los precursores de la pizza canchera. La fundó Oscar Vanini en 1938 y desde entonces el éxito no la abandonó. Se puede comer de parado y por su mostrador desfilaron personajes de la talla de Robert Duvall o el presidente de la Ford Motor Company. El mismo Sinatra, durante su estadía en Buenos Aires, mandó a pedir una pizza al hotel donde se alojaba. La muzzarella y la napolitana son francamente exquisitas.
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