Gusten o no, los escarbadientes están sobre la mesa de muchos restaurantes, bares, bodegones o en las góndolas de los supermercados. La gente los toma para picar un copetín o cerrar un relleno, pero por lo general cumple funciones higiénicas que nos son agradables cuando se realizan frente a terceros: el famoso “mondado”. Esta acción absolutamente privada es de vieja data, ya que el escarbadientes es uno de los pocos inventos que se utilizan hoy en día y es anterior a la llegada de los primeros humanos modernos.
La evidencia fósil de cráneos antiguos, por ejemplo, sugiere que los primeros neandertales usaron herramientas para limpiarse los dientes. Los científicos también han encontrado hendiduras en los dientes de los restos de aborígenes australianos, nativos americanos prehistóricos y los primeros egipcios. Los mesopotámicos utilizaron instrumentos para mantener limpias las grietas dentales gracias a que empleaban artefactos como palitos hechos de plata, bronce y otros metales
A diferencia de hoy en día, donde el mondado en público resulta execrable, durante la Edad Media llevar un palito de oro o plata en un estuche se convirtió en una forma mediante la cual los privilegiados se distinguían de los plebeyos. Es que el escarbadientes no siempre fue la pieza de madera desechable de producción masiva que conocemos.
La reina Isabel I de Inglaterra en una ocasión recibió como obsequio seis escarbadientes de oro, instrumentos que a menudo exhibía con orgullo. Incluso hay un cuadro anónimo que la representa como una anciana con cadenas alrededor del cuello de las que colgaba un escarbadientes de oro. Pero aquellos que no podían permitirse esos lujos recurrían a formas más creativas para eliminar los residuos de sus dientes: los romanos afilaban la punta de las plumas de los pájaros. La técnica se transmitió a las generaciones futuras en Europa y finalmente se trasladó al Nuevo Mundo.
En las Américas, los pueblos nativos tallaban palitos hechos con hueso de venado, mientras que los esquimales usaban bigotes de morsa. Paradójicamente, la madera se consideraba inadecuada a los efectos de desalojar los restos de comida porque tendían a desgastarse cuando estaban mojadas y tenían tendencia a astillarse.
Pero el hecho de que es muchos segmentos esté mal considerado desenfundar un escarbadientes a la vista de todos, es algo que los dentistas recomiendan fervientemente. Porque la higiene bucal se realiza con pasta y cepillo, pero los profesionales recomiendan cada vez más el empleo no sólo del hilo dental, sino de unas horquillas plásticas o palillos provistos de cepillos, algo así como el “hermano mayor” del escarbadientes de madera, tarea que sí, hay que realizar frente al espejo del baño y en completa soledad…
¿Sos de tener escarbadientes en la despensa?
Este plato puede tener buenas versiones con este tipo de carnes más económicas.
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