El término “república bananera” se asocia a las islas del Caribe y parte de Centroamérica, pero lo cierto es que la banana tiene su origen en Asia, aunque actualmente se cultiva en todas las zonas tropicales del mundo y en algunas de las zonas subtropicales también. De Asia pasó a África y, a mediados del siglo V al Mediterráneo, de donde se extendió a las Islas Canarias en el siglo XV. Fue gracias a los colonizadores españoles que llegó a América en el año 1516.
La banana es una fruta de cáscara gruesa y resistente, lo que facilita su transporte, provee una pulpa de color blanco y cremosa, rica en potasio, ácido fólico y magnesio. Su “estuche” es fácil de abrir y es la favorita de los más chicos. Esa son algunas de las ventajas que tiene la reina de las frutas. Pero atrás de la cromática banana no todo es inocencia ya que se oculta un comercio de proporciones insospechadas que apareja serios inconvenientes.
Vale mencionar que existen más de mil especies en el mundo, una cifra exorbitante, aunque la cepa más consumida es la llamada Cavendish (47% de la producción mundial). Y, si bien se cultivan en 135 países, América Latina y el Caribe son los principales productores, aunque la India y China totalizan el 28% de la producción mundial, con tendencia ascendente. Por su parte, Estados Unidos y Europa son los mayores consumidores de la fruta.
La Argentina también es productora de bananas. Dice Ernesto Molina en su trabajo La producción de frutas tropicales: panorama mundial y en Argentina, que “la producción comercial de banana en nuestro país se concentra en dos regiones subtropicales: la región NEA (provincia de Formosa) y región NOA (provincias de Salta y Jujuy). En la provincia de Formosa, el ingreso de cepas de banana data de 1905-1910, provino de la República del Paraguay, con destino a la zona aledaña al Puerto Pilcomayo, introducido por inmigrantes paraguayos. (…) La producción de bananas en el Noroeste Argentino data de 1915, época en que los hermanos Leach hicieron las primeras plantaciones en Calilegua (Jujuy). En 1935, el cónsul argentino en París consiguió el envío de cien cepas del bananero de las Islas Canarias y, en la primera mitad de la década del ’60, se difundió como cultivo con importancia económica en la región subtropical de Salta y Jujuy”.
Lo dicho anteriormente suena muy bien, pero sucede que hay un problema con el consumo de este producto en la Argentina: “Entre el 60% y el 65% de las bananas consumidas en el país vienen de Ecuador, mientras que el 25% lo hace de Bolivia”, afirma Mariano Winograd, importante referente frutihortícola. A primera vista, llama la atención esta ecuación, ya la banana importada está atada al precio del dólar, sobre todo porque es un producto que se produce localmente.
“El capitalismo dice que el consumidor es un ser autónomo que basa sus preferencias en una libre elección, pero sabemos que eso no es cierto. El tema de la banana es muy complejo (en realidad lo es toda la producción de alimentos), porque atrás hay un gran negocio. Hay que pensar que este tema llegó a generar guerras, como las que produjo la United Fruit en el Caribe. Sucede que, por una cuestión de marketing y logística, al consumidor se le ha impuesto el paradigma de la banana ecuatoriana, que es un producto más grande, y por decirlo de alguna manera, más estable”, afirma el experto, y luego finaliza diciendo que “lo cierto es que la banana subtropical es más sabrosa. Quizás no haya los 12 meses del año, pero la huella de carbono que genera es menor, y además contribuye a crear más trabajo nacional”.
Justamente, la huella de carbono representa un serio problema a nivel mundial. Dicen desde la FAO que se están trabajando en políticas de mitigación como la implementación de proyectos piloto escalables y el intercambio de lecciones aprendidas a fin de agilizar la conversión de los cultivos y su logística hacia una producción baja en carbono; de hecho el organismo creó recientemente la Guía metodológica para la huella de carbono y la huella del agua en la producción bananera, herramienta que permitirá a los productores estandarizar sus inventarios, crear sistemas de información rastreables e implementar buenas prácticas para aminorar las emisiones de gases de efecto invernadero.
De hecho, se puso a Costa Rica como caso testigo para el proyecto de “plantaciones de banano de 0 emisiones”, pero sucede que, tal como cuenta José Luis Canga Cabañes, experto en medio ambiente, “la Guía conduce a medir la huella de carbono de la ‘organización’ (la empresa que produce el banano; que no es lo mismo que medir la huella de carbono de la producción del banano) de una manera muy parcial”, y que no evalúa exhaustivamente todo el ciclo de vida de la producción del banano, siendo este un caso claro de “greenwashing” (lavado de cara ecológista).
¿Qué acciones puede hacer el consumidor de a pie para paliar este tema? Porque en materia de bananas, los simpáticos racimos amarillos tienen los suyo… En primer lugar es aconsejable comprar siempre frutas de estación, y de ser posible, averiguar su trazabilidad. Y si son de cercanías, tanto mejor. En el caso argentino, si bien la logística no es la mejor (y es francamente cara), conviene realizar el compre nacional, de bananas provenientes tanto del NOA como del NEA.
Picante Fest se realizará el 8 de diciembre desde las 14 en el bar Dársena…
Marcela Rienzo, responsable de la carta de vinos de la parrilla MAGO, cuenta su filosofía…
El 3 de diciembre el restaurante Crizia recibirá al chef Iván Azar y al enólogo…
En pocos días anunciaremos todos los nominados, con los mejores representantes de la gastronomía argentina.
Nacho Girón apostó por una nueva sede de Ribs al Río en la cancherísima nueva…
Esta entrada tradicional de la parrilla argentina puede tener versiones gourmet con detalles y toppings…