“¡Comé!”. “¡No me gusta!”. “¿Cómo sabés si no lo probaste?”. Ese diálogo nada tiene de ficticio; pasa en muchos hogares donde padres concientes tratan de ampliar el paladar de los más pequeños, una pequeña batalla diaria para imponer nuevos sabores, colores y texturas. Cucinare te cuenta algunos de los problemas que se le presentan a los padres y la mejor forma de solucinarlos.
#1. Las papilas gustativas. Cambian y evolucionan; es muy probable que, con el tiempo, los chicos acepten alimentos que alguna vez detestaron si se les ofrecen continuamente de manera positiva. Es un caso típico lo que sucede con el pescado, o las hojas amargas como la rúcula. Hay que poner estos alimentos en el plato para que los vean y se familiaricen, pero si no los quieren probar, mejor no presionar en exceso.
#2. Altibajos. Los niños pasan por altibajos en sus hábitos alimenticios. Por ejemplo, un chico que antes era fanático de las lentejas, ahora resulta que las detesta. Y lo que causa una baja en sus hábitos alimenticios puede variar. Puede ser un cambio prolongado en la rutina (como volver de vacaciones), terminar un período de crecimiento u otras transiciones o cambios en la vida que los hacen sentir fuera de control. Los chicos son criaturas de hábitos y, cuando sienten que la vida es una montaña rusa impredecible, muchos optan por volver a las pocas cosas sobre las que tienen un control absoluto, como la comida.
#3. Rutina. Las rutinas son importantes para los chicos, porque conforman una estructura, les brinda previsibilidad y, por ende, seguridad. Si el chico sabe que se cena a las 8 de la noche, hay que hacer lo posible por mantener el hábito. Pero si se les modifica los patrones horarios, es probable que los chicos, sobre todo los pequeños, reaccionen mal a los cambios y no quieran comer, más aún si no conocen el alimento en cuestión.
#4. Neofobia. Significa el miedo a lo nuevo. De vuelta el tema de la seguridad. Hay chicos que comen toda la vida milanesa y pasta porque es lo único que conocen y lo único en lo que confían. “No vaya a ser que no me guste la zanahoria”, dicen. Para romper ese círculo vicioso, hay que ser paciente e inteligente: presentar el alimento con regularidad en distinas cocciones y formatos, no presionar en exceso, comerlo uno, hablarle sobre sus virtudes, mezclarlo con otros alimentos que le gusten; justamente, la pasta es un excelente vehículo para incorporar vegetales nuevos, como el zucchini, brócoli, espinaca, etc.
#5. Mal ejemplo. Si no lo come el adulto, menos lo va a comer el niño. Como dice el viejo adagio, “la caridad empieza por casa”. Sobre todo es importante que vean a sus padres cocinar, un poderoso motivador para darle importancia a lo que se llevan a la boca.
#6. Snacks permisivos. ¿Cómo va a incorporar algo nuevo si no tiene apetito? Difícil que un chico almuerce o cene si come entre horas. Más aún si son golosinas.
¿Cómo hacés para que tus chicos coman algo nuevo?
El frigorífico Rioplatense obtuvo el premio en el World Steak Challenge de Ámsterdam.
Pigüé tiene la colonia francesa más grande de Argentina. La fiesta se realizará el 30…
Mujeres Picantes lleva su propuesta este 28 de noviembre en la sede mendocina de La…
Este plato puede tener buenas versiones con este tipo de carnes más económicas.
El parmesano de Quesos Migue se llevó la medalla de oro en los World Cheese…
Mercado Fusión se desarrollará el 23 y 24 de noviembre en la plaza de las…