Los espías británicos de películas son la quintaesencia del misterio, audacia y glamour. ¿Acaso alguien lo duda?
Basta con ver a John Steed con su paraguas y bombín de la recordada serie Los Vengadores (secundado por la bellísima Diana Rigg en el papel de Emma Peel). O al legendario James Bond, el espía creado por Ian Fleming lleno de tics sibaríticos, desde su smoking hasta el Martini “batido, no revuelto”. Y también está otro personaje del MI6 protagonizado por Michael Caine: se trata de Harry Palmer que, si bien pretendía ser un antihéroe, destilaba sobrados encantos.
Estos arquetipos de las novelas y filmes de espionaje tienen un denominador común, que es su afición al café. Y no debería sorprender, porque el café es uno de los estimulantes sociales más consumidos del mundo, y su cafeína ayuda a mejorar el rendimiento mental, especialmente en el nivel de alerta, atención y concentración, algo fundamental para el trabajo de un agente de campo.
Respecto de Bond, uno lo asocia con una copa en la mano, pero ciertamente era un gran consumidor de café. El desayuno era su comida preferida y, durante sus estancias en Londres, su elección era siempre la misma: dos grandes tazas de café negro muy fuerte sin azúcar, de De Bry, en Oxford Street, preparado con una cafetera Chemex (nada más esnob).
La cafetera y los cubiertos de plata eran Queen Anne y la porcelana de Minton, del mismo azul oscuro fileteado de oro que la huevera. Un auténtico gentleman que, a pesar de las películas, en las novelas prefería los Bentley a los Aston Martin.
El sonriente John Steed era el vástago de una noble familia inglesa. Steed asistió a Eton (al igual que Patrick Macnee, el actor que lo interpreta), donde una vez se peleó con el matón de la escuela, James Bond (sí, eran compañeros), y finalmente fue expulsado (¡oh casualidad, igual que Macnee y Fleming!).
Steed mantuvo un modesto piso en Londres durante la década de 1960 y condujo una variedad de autos antiguos, incluido un Rolls Royce y varios modelos diferentes de Bentley (al igual que Bond). Y también gustaba del buen café. En capítulos como “The Medicine Men” y “Forget me Not”, se lo ve a Steed disfrutando de una excelente taza de café, bebida que apreciaba de sobremanera (además del champagne).
Pero quizás el mayor aficionado de todos era Harry Palmer, caracterizado por Caine, siempre con sus anteojos de marco grueso y el piloto color beige. Una de las escenas más famosas del cine británico es el comienzo de The Ipcress File, donde Palmer muele los granos y luego prepara café sumamente elaborado, algo inusual para la década de 1960, cuando Gran Bretaña era una nación que bebía té.
Durante la promoción de la película, el agente creado por Den Leighton apareció en la conferencia de prensa tomando café junto a una cafetera Insta-Brewer, gracias a un acuerdo comercial logrado por el productor ejecutivo Charles Kasher.
¿Cómo te gusta tomar el café?
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