Siempre está. El oblongo y verde pepino es una fija de las verdulerías. En la Argentina no será la más popular de las hortalizas, pero cuenta con un nutrido grupo de fanáticos.
En realidad, se trata de un primo de las calabazas que nació en la India hace muchos años atrás y se trasladó a través de Grecia, Roma, Europa, el Nuevo Mundo y China hasta convertirse en el cuarto vegetal más cultivado en el mundo.
Volviendo a la historia, fue en el Imperio Romano donde se volvió realmente popular gracias a la facilidad de su producción y a la gran variedad de tipos. Además de ser un alimento, los pepinos también se usaron como fuente de varios remedios medicinales, ya que se los utilizaba para combatir desde la mala visión hasta las mordeduras de escorpiones. Luego de la caída de Roma, los pepinos reaparecieron en la corte de Carlomagno y llegaron a Inglaterra en el siglo XIV.
Esa primera interacción con la población inglesa no tuvo éxito, pero a mediados del siglo XVII, volvieron para quedarse. Cristóbal Colón llevó pepinos a Haití en 1494, donde fueron cultivados por colonos españoles. Su expansión se detuvo repentinamente en Occidente cuando varias revistas médicas comenzaron a informar que los pepinos y todas las verduras similares que no se cocinaban representaban un riesgo para la salud. Desalentado por esos conceptos erróneos, el uso del pepino se desplomó en todo el continente, que se revirtió solo en el siglo XIX.
Según el Sistema Nacional Argentino de Monitoreo de Plagas, al pepino “se lo cultiva tanto para producción de frutos para consumo en fresco, como para industria. Los pepinos para consumo fresco son ejemplares grandes, de corteza verde o amarilla, mientras que los que se destinan a industria presentan menor tamaño y generalmente se consumen encurtidos. Dentro de este grupo se encuentran variedades de superficie lisa o con verrugas”. Tienen mucha fibra, vitamina K y son bajos en calorías. Existe el mito que la cáscara del pepino cae mal, pero no es más que una falacia.
Si están crudos, son excelentes para comer como snack, solo o con un poco de sal, en ensaladas o como ingrediente para un buen gazpacho, e incluso se puede pasar unos segundos por la plancha, a pesar de su gran cantidad de agua. Como encurtido, es una fija dentro de sándwiches y hamburguesas.
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