Con mucha alegría y sensación de alivio, miles de italianos volvieron a recuperar una tradición que había quedado suspendida por más de dos meses: la de tomarse un cappuccino o un ristretto en un café, o de comerse una porción de pizza en una trattoria. Pero eso sí: respetando las normas de seguridad para evitar el riesgo de contagio del coronavirus.
Las imágenes que se vieron de los comensales y clientes que volvieron a salir a comer o a tomar algo parecen de hace un año atrás, pero con algunos detalles que delatan que algo sucedió en el medio.
Como el de esa pareja sentada en una mesa en el interior del Caffé Goga, de Milán, que perdió toda cercanía por los paneles de acrílico que la separa del resto de los clientes, pero también entre ellos.
O el de la mujer que se toma su café sentada en la vereda de un café de Roma, que hace malabares para llevar el pocillo a su boca sin quitarse la máscara de acrílico que protege toda su cara del riesgo del Covid-19.
Son escenas divertidas, insólitas, un poco absurdas, pero que expresan una nueva realidad a la que todos prefieren acostumbrarse con tal de recuperar los hábitos culinarios más arraigados.
Por ser el primer día post cuarentena, los italianos confirmaron que vuelven a comer y beber fuera de sus casas, pero ahora munidos del kit imprescindible en tiempos del coronavirus: barbijos, máscaras, guantes (sobre todo para los mozos y bartenders), paneles divisores y distanciamiento social. Y todo para seguir cumpliendo con uno de los ritos más antiguos de la humanidad: comer y beber en comunidad.
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