Es inevitable asociar el vino argentino al pedemonte cordillerano, pero en un país de climas variados y todo tipo de geografías, faltaban “caldos” con influencia oceánica, algo que es habitual en otras regiones vinícolas del mundo como Burdeos en Francia o Napa Valley en los Estados Unidos.
Sin embargo, desde el comienzo de siglo uno se encuentra con proyecto más que interesantes que están prosperando a la vera del Mar Argentino, y que incluso las cepas toman algunas de las características oceánicas propias del terroir. Una de ellas es la bodega Océano, ubicada en el Valle de Viedma, Río Negro, a pocos kilómetros de la costa Atlántica patagónica, en cuyos vinos claramente se nota la cercanía del mar, vinos que tienen una acidez más marcada que en otras regiones vitivinícolas argentinas.
Cucinare conversó con Marcelo Chocarro, experto sommelier y conocedor de la materia, quien se explayó sobre otros proyectos que están desarrollándose a la vera del mar. “En cuestión de vinos oceánicos, la Argentina está realizando grandes progresos. Trapiche comenzó hace ya una década un proyecto vitivinícola dando vida a bodega Costa & Pampa de la mano de su director enológico, Daniel Pi, y su agrónomo Marcelo Belmonte. Los viñedos están emplazados a unos pocos kilómetros del Océano Atlántico, específicamente en la estancia Santa Isabel en Chapadmalal. Allí plantaron variedades como Sauvignon Blanc, Riesling, Gewürztraminer y Pinot Noir; además están experimentado con el Merlot”, cuenta el experto.
Después afirma que “más al sur y cerca de Bahía Blanca, en la localidad de Médanos, partido de General Villarino, Daniel Dinucci fue pionero y construyó por el año 2000 su bodega para lograr vinos de calidad bajo su marca Bodegas y Viñedos Al Este. Destacan especialmente sus vinos de corte de Malbec y Tannat, y un blanco de Chardonnay, terso, filoso y aromático”.
Chocarro cuenta que “viajando desde el mar hacia las sierras está la Bodega Saldungaray, cuya bodega, viñedos y restaurant son comandados por la familia Parra con gran esmero y esfuerzo pionero. Sus vinos salen al mercado bajo la marca Ventania. Campo adentro, en Coronel Pringles, Myl Colores es una de las champañeras que produce unas 5.000 botellas de espumosos método tradicional con las variedades Pinot Noir y Chardonnay, que vende principalmente al Reino Unido, Italia y Brasil, donde los Bertola, propietarios del emprendimiento, dirigen clubes de polo y venden caballos de la especialidad”.
“Y más al sur, a 1,000 kilómetros de Buenos Aires, en 2010 se está llevando a cabo un proyecto en San Javier, provincia de Río Negro, a 30 kilómetros del mar. Se llama Wapisa, que en lengua kakan significa ballena, y consta de 120 hectáreas de variedades como Sauvignon Blanc y Malbec. Su hacedora, Patricia (presidente de Bodegas de Argentina), cría en botellas magnum unas 1.500 de la variedad Malbec bajo el mar (sí, las botellas se sumergen abajo del agua), en el Golfo San Matías a unos 15/20 metros de profundidad. Las primeras fueron sumergidas hace más de un año; se trata de un proyecto único en la Argentina y unos de los pocos en el mundo”, concluye Chocarro.
Finalmente, y como novedad, cabe destacar el flamante proyecto que tienen entre manos el enólogo Matías Michelini junto a Tato Giovanonni, bartender propietario de Florería Atlántico. Sucede que plantaron un viñedo en la playa, a la vera del mar, ubicado en Bahía Bustamente, Chubut. Son dos variedades (Semillón y Pinot Noir), que sin duda tendrán el aroma y la brisa del mar.
¿Probaste alguno de estos vinos oceánicos?
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