“Cosas veredes, amigo Sancho, que non crederes”, reza el aforismo falsamente atribuido al Quijote, pero no por ello menos cierto. Es que una de las sorpresas inesperadas para el universo gourmet es que la chocotorta fue elegida como el mejor postre del mundo.
Es difícil ser categórico en la materia, pero al menos eso es lo que concluyó el sitio web Taste Atlas hace unos días, luego de realizar una votación de la que participaron 63.000 miembros. Y, el resultado es más inverosímil aún, cuando se trata de un postre de un país “gastronómicamente marginal” como la Argentina, y que además nació como estrategia de marketing de una marca.
Cuesta creer que la chocotorta se haya impuesto a clásicos de renombre como la crêpe suzette, el coulant de Michel Bras o la Pavlova de Auguste Escoffier, pero así fue.
Como todo el mundo sabe (y el que no, no tuvo infancia ni niños), la chocotorta se elabora con galletitas (preferentemente Chocolinas, embebidas en leche), queso crema y dulce de leche. La mayoría ve en ese encuentro una torta suave, dulce y con cierta textura, mientras otros la consideran un pastiche anodino y empalagoso.
Según el ránking de Taste Atlas, la chocotorta se subió a lo más alto del podio, seguida del gelato de pistacho italiano y el apfelstrüdel alemán. Entre los apologistas están los miles de adultos y niños que la disfrutan, entre los que se encuentra Isabel Vermal, maestra pastelera de Smeterling, quien dijo que “se trata una preparación que tiene la capacidad de que cada uno pueda adueñarse de la chocotorta, de hacerla propia. Son apenas cuatro ingredientes (galletitas, dulce de leche, queso crema y leche, eventualmente), pero cada una la presenta como ‘su chocotorta’, porque cada una la hace de manera diferente, con la galletita más o menos húmeda, embebida en Oporto, café o leche… A fin de cuentas es una torta que pertenece a todos los argentinos y a su vez es de cada uno”.
Pero no todos piensan así. Javier Porta Fouz, connaisseur y organizador del festival BAFICI fue consultado por Cucinare, y dijo “estoy estupefacto; no sé quiénes votaron, si se trató de una votación abierta, pero si es así la humanidad está en un camino de autodestrucción (risas). Es un amasijo de galletitas y dulce de leche rebajado, una idea que no puedo tolerar. Además, ni siquiera es un postre nacional, ya que apenas tiene unas décadas. Por otro lado, Taste Atlas destacó a Buenos Aires como la tercera ciudad del mundo donde mejor se come y, si bien es cierto que ha mejorado mucho, estas votaciones hay que tomarlas más a la ligera”, concluye el experto.
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Los declaró ilegales porque los productos no pueden ser identificados como elaborados en lugares habilitados.