Fue durante muchos años el avión de pasajeros más grande del mundo. El Boeing 747, bautizado como Jumbo por su tamaño, podía transportar a casi 500 personas en vuelos intercontinentales.
Con su reconocible joroba tipo dromedario, llenó los aeropuertos de todo el mundo, hasta que un atentado terrorista con un explosivo escondido en una valija dentro de la bodega de un vuelo de la extinta aerolínea PanAm, en 1988 sobre Lockerbie, Escocia, marcó el principio de su decadencia.
Ahora, lo máximo a lo que puede aspirar un Jumbo en desuso es convertirse en restaurant, y uno de ellos va camino de ser un establecimiento especializado en sushi en las afueras de Tucson, en Arizona (sur de los Estados Unidos).
Un ingeniero de origen japonés, Toshikazu Tsukii, compró el viejo avión que perteneció a la compañía aérea belga Sabena, y aprovechando su experiencia profesional en el sector de desarmadero de aviones comerciales, decidió reciclar el fuselaje para convertirlo en restaurant.
El avión dejó de operar en 1999 y, desde entonces, quedó estacionado en un hangar para aeronaves en desuso cerca de Tucson, en compañía de 300 modelos más.
Ahora, no solo va a tener una segunda vida (sin alas) para dar de comer a comensales, pero también como salón de fiestas y casamientos.
¿Te casarías adentro de un viejo Jumbo?
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