Fernando Abel Rodríguez es chef y actualmente está a cargo de las cocinas de hotel Hilton de Cabo Verde. Pero antes de ese puesto se ha desempeñado como chef ejecutivo en un hotel de Azerbaiyán y por ese motivo lo entrevistamos para conocer su experiencia en ese país.
Fernando trabajaba en un resort de montaña con 3 hoteles, residencias y entre 15 restaurantes y bares, desde el momento de su apertura. Ubicado a más de 1.200 metros sobre el nivel del mar y cerca de un parque nacional, dicho resort fue un proyecto de la Secretaría de Turismo de Azerbaiyán que estuvo destinado a promover actividades
de invierno en el Cáucaso. Allí trabajó con otro chef argentino, ambos a cargo, y el staff era internacional, con gente de España, Bulgaria, Holanda y Bali.
En esta entrevista con Cucinare, el chef cuenta su experiencia en ese país y cómo es llevar la cocina argentina al mundo.
– ¿Cómo resumirías tu historia como chef?
– Mi historia comienza de muy pequeño. Siempre he querido viajar y con la cocina lo he combinado perfectamente. Debido a la fuerte herencia de mi mamá y mi papá, comencé en la panadería que tienen ayudando a cocinar a mi madre (todavía tengo en mi mente las veces que miraba sus manos cortando la cebolla y el aroma de la carne cocinándose para las empandas). Tengo los mejores recuerdos y por ella he viajado a más de 25 países conociendo, investigando y comprobando sabores. Siempre he sido afortunado por trabajar de lo que me gusta.
Como en todo, hay días buenos y días malos, pero cuando haces algo que te gusta ya deja de ser un trabajo.
Ahora disfruto de las culturas de diferentes países y destaco en mi cocina sabores fusionados con la gastronomía argentina, siempre respetando la frescura y esencia de los sabores.
– ¿Cómo fue la experiencia cocinando en Azerbaiyán? ¿Cómo te recibieron?
– Azerbaiyán ha sido para mí, después de haber trabajado y vivido por más 6 años, como mi segunda casa. Hoy por hoy, cuando puedo, vuelvo a visitar amigos y disfrutar con ellos.
No ha sido fácil debido al idioma, cultura y religión ya que son muy diferentes, pero destaco que es un país muy bonito y lleno de cultura, paisajes e historias y la gente es muy amable. Tengo infinitos amigos con quien hemos podido intercambiar recetas y sabores. Fue una experiencia increíble. Allí la gente es muy respetuosa y nunca estuve preocupado por estar solo ya que siempre había alguien que me llamaba para compartir.
– ¿Cómo fue el cambio de Córdoba a Azerbaiyán?
– El cambio ha sido muy frontal, pero con el tiempo pude adaptarme. Sólo se trata de conocer más e intercambiar y, por suerte, siempre he tenido amigos que me acompañaron y me mostraron sus costumbres y sus estilos de vida, a tal punto de poder entender desde adentro. Estar a más de 15.000 km o más de tu casa y a tres conexiones de vuelos te cambia para siempre; nunca puedes explicar los giros de la vida, pero creo que todo fue proyectado ya que siempre he querido viajar y conocer. Como si fuera un sueño, he podido disfrutar en Azerbaiyán sus comidas típicas y costumbres que han llenado mi alma por lo auténtico y bondadoso.
– ¿Qué tipo de comida se consume allí? ¿Qué opiniones recibiste de las opciones gastronómicas argentinas que les acercaste a los azerbaiyanos?
– En Azerbaiyán la comida es muy auténtica, de sabores muy marcados y un mix de ingredientes únicos. Se diferencia con las estaciones, pero lo más importantes de todo es que, como en Argentina, implica un acto de compartir y estar con tus seres queridos. Entre las recetas que más me han gustado se encuentran: dusbara (una sopa de cordero con pequeños ravioles muy particular), dolmas de vegetales (vegetales rellenos con carne), kebah (carne asada hecha a su estilo) y muchos más. Sus dulces son muy importantes para acompañar el té en todo momento y, en especial, en los días festivos. A los azerbaiyanos les gusta la cocina argentina por el sabor de la carne y el asado. Tuve la suerte de organizar varios festivales de gastronomía argentina y cociné para varias embajadas en Bakú, capital de Azerbaiyán. Siempre se mostraron encantados por nuestras empanadas.
– ¿Qué cosas de tu cotidianidad tuviste que modificar?
– Una de las cosas que tuve que modificar fue el horario de la cena ya que allí se acostumbra a cenar a partir de las 18:00 y hasta las 21:00. Son mesas generosas, con variedad de ensaladas, starter y platos principales, todos en el centro de la mesa acompañados por compotas y jugos para beber. Más allá de eso, no hubo muchos cambios, sino adaptaciones, y por suerte las he llevado muy bien.
– ¿Qué fue lo que más te sorprendió de Azerbaiyán?
– No podría definir una sola cosa porque creo que todo fue una gran sorpresa. Fue nuevo para mi caminar por la peatonal con sus luces, Targovi, el hotel Fairtmon en forma de llama y con luces que cambian de color, la Torre de la Doncella y el mercado de verduras y frutas. Podría estar todo el día nombrando momentos, lugares como Shahdag o Garabag que marcaron mi profesión y la enriquecieron con experiencias increíbles. Siempre tengo ganas de volver, hoy en día estoy en el Hotel Hilton Sal Resort de Cabo Verde, África, pero siempre he sido un agradecido por haber llegado a Azerbaiyán.
Este plato puede tener buenas versiones con este tipo de carnes más económicas.
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