Precios y veganismo, dos variables para entender la caída en el consumo de carne vacuna

Mientras el cerdo no para de crecer, el pollo alcanza el mismo nivel de preferencia que la carne de vaca.

Al igual que Maradona y el tango, la carne de las pampas argentinas goza de un aura mítica. Es inconcebible pensar en una Argentina sin asados, pero a pesar de la fama que gozan tanto los cortes como la voracidad cárnica de los nativos, el consumo de carne vacuna está bajando inexorablemente.

Si sirve de consuelo, no es un fenómeno local. Según cifras recientes proporcionadas por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), publicadas el año pasado, se prevé que el consumo per cápita de carne caiga a los niveles más bajos en nueve años. Con una caída de un 3% solo con respecto al año pasado, la disminución representa el mayor salto desde, al menos, el año 2000.

No obstante, la Argentina sigue siendo un país carnívoro ya que, según Infobae, el consumo total de carnes ronda entre los 110 kilos y los 120 kilos por habitante. Sin embargo, la participación de la carne vacuna en el total no ha hecho sino disminuir, ya que “hace 30 años, un 85% era acaparado por la carne vacuna, pero actualmente el pollo casi la ha equiparado y el cerdo no para de crecer”, reza la nota de Juan Martín Merlo.

Víctor Tonelli, consultor especializado en carnes, indicó al medio “que hoy en la Argentina se consumen 116 kilos por habitante por año, de los cuales 50 kilos son carne vacuna, entre 49 y 50 de pollo y 16 de cerdo. Pero esto no quedará inmóvil, señaló, sino que prevé que “va a crecer la de cerdo 6 u 8 kilos más en los próximos 10 años, algo más el pollo, pero no mucho más, y la carne vacuna va a bajar”.

Cucinare conversó con Juan Manuel Fernández Montes, de Frigorífico Los Prados, quien compartió su visión del asunto: “Son varios los factores que llevaron a una merma en el consumo de carne vacuna”, dice el experto. “En primer lugar, hay que tener en cuenta el precio. La carne vacuna suele ser más cara (aunque ahora se han equiparado bastante los precios), ya que una vaca tiene una parición por año y la cría demora dos años en transformarse en un novillo listo para faenar, mientras que un cerdo de buena genética puede llegar a tener 32 crías por año, y un pollo tarde entre 27 y 30 días desde que rompe el cascarón hasta que se faena”.

“El precio en las góndolas no es un tema menor; basta decir que en el último mes la carne vacuna subió entre un 32% y un 37%, ya que venía muy pisada con la pandemia. Pero además hay otros factores que explican una baja en el consumo de la carne: el sedentarismo es uno de ellos, que tan manifiesto fue durante la cuarentena. La gente optó por carnes más ligeras, como el pollo, por ejemplo, rubro que además presenta otras opciones además del pollo tradicional, como el pollo pastoril, de campo y orgánico”, cuenta Fernández Montes.

Y luego agrega, “tampoco hay que menospreciar las nuevas costumbres, fenómenos en ascenso como el vegetarianismo y el veganismo, sobre todo entre los más jóvenes, que se dan en la Argentina y en el resto del mundo”, concluye el experto.

Al respecto, la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición realizada en los Estados Unidos dio como resultado que el reemplazo de la carne de vaca por la de pollo reduce la huella de carbono a la mitad, argumento de peso para cambiar de hábitos.

¿Estas reemplazando la carne vacuna por la de cerdo o pollo?


Author: Cucinare

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