Es una revolución en uno de los terroirs más famosos y tradicionales del mundo. En Burdeos, corazón de la industria vinícola francesa, por lo menos en lo que a tintos se refiere, un productor se animó a crear un vino con cannabis.
“A los efectos clásicos del alcohol, se le suma un relajante”, explicó Raphaël De Pablo, la cara visible del proyecto bautizado como Burdi W, “destinado a romper los códigos tradicionales del vino“, tal su presentación.
El empresario se asoció con un enólogo para encontrar “el maridaje perfecto” entre vino y cannabidiol (CBD), una molécula presente en el cannabis que relaja y cuya comercialización se disparó en los últimos años.
Pero para la legislación europea, al añadir CBD al vino, éste deja de serlo y pasa a ser denominado como “bebida aromatizada a base de vino”.
Si bien la ley francesa prohíbe el cultivo de la planta del cannabis, este es realizado en Alemania, desde donde llega para ser agregado al vino.
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