La cerveza, como mucha gente sabe, es uno de los productos más antiguos de la humanidad. En Göbekli Tepe, en el sureste de Turquía, hay evidencias de que hace 10.000 años, se elaboraba cerveza para los banquetes.
Es que las bebidas alcohólicas en general, y la cerveza en particular, tienen un factor social de cohesión. Un ejemplo está en aquellos que concurren a regularmente a un bar o pub, que desarrollan un sistema de lazos sociales amplio.
¿Por qué gusta tanto este noble producto? Cucinare conversó con Nicolás Harry Salvarrey, periodista, propietario de Desarmadero y experto en la materia: “Hay cuatro factores que inciden en el éxito de la cerveza por sobre otras bebidas. El primero es que, a diferencia de otros alcoholes, uno puede tomar mayor cantidad. El segundo es que se bebe a una temperatura que invita a tomar más. El tercero es que, en la cultura popular, resulta más barata que las demás. Y el cuarto es una cuestión de marketing y comunicación. Por ejemplo, a diferencia de la cerveza, el vino armó una estética de comunicación elitista, se adornó de un lenguaje que lo alejó de los jóvenes, cosa que están tratando de revertir”, afirma el experto.
Además, hay otro factor sociológico sumamente importante. Según la revista Time, los urbanistas coinciden en que los bares locales y pubs tienen un valor social único cuando se incluyen en un vecindario. Un elemento esencial para las comunidades sostenibles es la presencia de un “tercer espacio”.
El término, acuñado por el sociólogo Ray Oldenburg, se refiere a “lugares donde se produce la camaradería y la jovialidad, donde se puede disfrutar de compañía fuera del hogar (el primer espacio) y del trabajo (el segundo espacio)”. Estas locaciones físicas nivelan las jerarquías sociales y ayudan a forjar conexiones. Y muchas de estas catarsis sociales se dan en torno a la cerveza, que permite que la gente esté reunida mucho tiempo sin “volcar”.
Otro punto a favor de la cerveza es que un estudio de 2017 publicado en el BMJ Open del British Medical Journal, encontró que, si bien los bebedores de cerveza a menudo se sentían menos sexies y energizados que los clientes del bar que bebían vinos y espirituosas, la cerveza traía menos desventajas asociadas con una noche de excesos.
El estudio encuestó a más de 26.000 participantes en 21 países y se concluyó que los amantes de la cerveza se sentían notablemente menos agresivos que los que bebían espirituosas; menos de un 7% de los cerveceros se pusieron agresivos o maníacos, en comparación con casi un tercio de los participantes que bebían alcoholes de alta graduación. Y solo un 17% de los bebedores de cerveza informaron sentirse enfermos, en comparación con casi un 48% de los que bebían licores.
Cucinare también consultó con Marcelo Roggio, beermaster y fundador de Peñón del Águila, que aportó un concepto muy interesante: “La cerveza ofrece un amplio espectro de posibilidades, en especial las artesanales. Las hay más o menos amargas, más o menos dulces, frutadas, ácidas (sour), especiadas, con mayor o menor alcohol, de alta carga de malta, etc. Hay cerveza para todos los paladares”, concluye el experto.
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