Mucho se dijo sobre la cocina francesa: que es excelsa, la mejor de Europa, la mejor del mundo, pesada, onerosa, muy técnica, demodé, que abusa de la crema, que es elitista, que realizarla lleva tiempo… Pero a esta y otras etiquetas se acaba de agregar otra que, por insólita, merece mencionarse.
Sucede que días atrás una profesora de Derecho, de nombre Mathilde Cohen, durante un seminario llevado a cabo por Sciences Po y la Universidad de Nanterre, afirmó que la cocina francesa es racista. La definición provocó un escándalo en Francia.
Cohen, de la Universidad de Connecticut, presentó un trabajo llamado The whiteness of french food. Law, race, and eating culture in France (La blancura de la comida francesa. Ley, raza y cultura gastronómica en Francia). La autora sugirió que los hábitos alimentarios franceses reforzaban el “dominio” de los blancos sobre las minorías étnicas.
Según ella, los hábitos alimenticios franceses están conformados por los estándares de la clase media blanca alta. “Los contornos de la blancura se mantienen a través de las prácticas alimentarias diarias”, insiste la investigadora, y establece un paralelo entre “la comida halal y la cuestión del velo”, que ella define como “incompatible con el francés y su ideología racial”. Como ejemplo “la regulación de los comedores escolares, que se establecieron en el siglo XIX” mediante un “discurso racial y eugenésico”.
También menciona lo sucedido durante la época colonial, en la cual “los administradores coloniales prestaron atención a los estilos de vida de los postulantes para la nacionalidad francesa, incluyendo sus hábitos alimenticios. ¿Estaban comiendo arroz o pan? ¿Comieron en el suelo o en la mesa? Para Cohen la ley contribuye a marginar a las minorías raciales y étnicas al otorgar a la cultura de la comida blanca francesa el estatus de dieta privilegiada y legalmente protegida.
Pero esto no es solo un problema en Francia, ya que la cocina francesa es en muchos países un modelo de técnica culinaria y gastronomía. Para Jean-Pierre Poulain, un sociólogo especializado en alimentación, las declaraciones de Mathilde Cohen son un sinsentido.
“Todas las culturas culinarias definen un orden de lo comestible que, a su vez, define uno mismo: nosotros y otros”, señala el experto. Además, “una de las funciones de la cocina consiste en definir círculos de reconocimiento, cosa que resulta válida para todas las cocinas”, concluye Poulain, y agrega que “las cocinas china y francesa tienen muy pocas prohibiciones, mientras que las cocinas judía, musulmana o india tienen muchas más”.
Se debería comentar que, a pesar de su aparente chauvinismo, la cocina francesa ha sido abierta, receptora de diferentes culturas y productos, como los aportes de la cocina italiana que trajo María de Médicis, la papa llegada de América, la influencia rusa durante la primera mitad del siglo XX, y la cocina magrebí (casi adoptada como propia), durante la segunda mitad del siglo XX, sólo por mencionar algunos ejemplos.
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