Una aerosilla es un medio de elevación que se emplea para llegar a lo alto de una montaña. Peatones, esquiadores y snowboarders las usan para llegar a la cima, para luego bajar deslizándose por las pendientes invernales, o en su defecto realizar un poco de senderismo.
Pero que alguien suspendido de una aerosilla se disponga a preparar café con parsimonia, es toda una excentricidad. En el caso de Fernando Iglesias Molli, sibarita, consumado barista y propietario de ÖSSKaffe, pequeño local del barrio porteño de Belgrano que se especializa en el rubro.
El hombre estuvo en Cerro Castor, Ushuaia y, trepado al remonte, en medio de paisaje bucólico, abrió un bolso, sacó una Aeropress, y dio una pequeña clase magistral sobre cómo preparar un buen café usando este método. Y la subida a la montaña fue aún más particular desde el momento en que la hizo acompañado del famoso cocinero Christian Petersen, fanático de la infusión.
Cucinare conversó con Iglesias Molli, quién comentó la experiencia:
Cucinare: ¿Qué fuiste a hacer a Ushuaia?
FI: Por un lado, fui de vacaciones con mi familia. Pero también aproveché a viajar con el equipo de ÖSSKaffe para una especie de reunión gerencial, con vistas a 2022.
C: ¿Cómo se te ocurrió preparar café en una aerosilla?
FI: La idea era mostrar la versatilidad de este método de preparación; es muy amigable y fue creado por Alan Adler en 2005, que fue un ingeniero de la NASA que además inventó el freesbee. Uno pude hacer un café exquisito, de especialidad y en la circunstancia más inusual, como arriba de una telesilla.
C: Vos afirmás que la altura de la montaña ayuda a que el resultado sea mejor. ¿Es realmente así?
FI: Totalmente. Porque tenemos niveles de oxígeno diferentes y una temperatura ideal. Y la experiencia de tomar un café a casi 2.000 metros de altura, hace que las cosas sepan mejor. De hecho, es lo que buscamos en ÖSSKaffe, con la arquitectura, decoración y música. Queremos que sea una experiencia virtual, sensorial y artística de la que participen todos los sentidos.
C: ¿Cuál es tu café favorito? ¿Y tu método de preparación?
FI: Dentro del equipo tenemos un coffee hunter, que viaja a las fincas para negociar los lotes más exclusivos para ÖSSKaffe. Entonces, no tenemos un mejor café, porque todos son excelentes. Con respecto al método pasa lo mismo: a cada café lo cata el equipo y detecta cuál es el método adecuado para que las notas de ese café en particular puedan brillar.
C: ¿Cómo ingresaste al rubro cafetero?
FI: Soy arquitecto de profesión. A partir de un viaje de trabajo a Escandinavia, contratado por el gobierno de Noruega, descubrí que los nórdicos son grandes consumidores de café (llegan a consumir hasta 12 kg por año). Fue en ese momento en que descubrí lo maravilloso de este negocio.
C: ¿Cuál es el significado del nombre de tu local?
FI: En noruego significa “nuestro café”, nombre corto y fuerte.
C: ¿Cómo ves al mercado de café local? ¿Los consumidores se fueron sofisticando?
FI: Los consumidores se fueron sofisticando muchísimo. Respecto del negocio de café de especialidad, hay un mercado un tanto descontrolado. Como arquitecto que soy, y si vale la analogía, veo a una ciudad que va creciendo, sin duda, pero de forma amorfa. No puede ser que en Palermo haya cincuenta cafeterías y en el resto de la ciudad casi no se encuentran.
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