Una de las cosas más llamativas de algunos restaurants japoneses es el kaitén, una especie de cinta transportadora que circula alrededor de una barra, donde los comensales pueden tomar un plato con una porción de sushi. En Buenos Aires hubo una experiencia de este tipo con el disruptivo Tô.
Pero otro asunto muy diferente es que, en vez de una monótona cinta sin fin, los platos lleguen a la mesa mediante una montaña rusa. Esta surrealista propuesta se materializó en Forbidden Valley, dentro del complejo llamada Alton Towers, lugar donde se ubica el Rollercoaster Restaurant.
¿Cómo es la mecánica del servicio? Un empleado lleva a los clientes hasta la mesa, y allí hacen sus pedidos mediante una tablet. Lo llamativo del caso es que por todo el restaurant hay una enorme estructura, una montaña rusa en miniatura; en la cocina cargan las comandas en un plato sellado, a fin de que no se derrame la comida, que sale disparado por el circuito en el que realizar dos loops y desciende 8 metros por una espiral de tornado hasta el centro de unas mesas circulares.
Como no hay manera de saber cuál es el plato que le corresponde al comensal, una vez que llega a la mesa circular, el plato se acomoda automáticamente sobre una bandeja giratoria junto con un indicador del pedido y número de mesa.
¿Y cómo le está yendo al Rollercoaster Restautant? Según cuenta Dan Wilbraham, el jefe de cocina, desde el día 13 de mayo, fecha de la apertura del ingenioso restaurant, están abrumados de público.
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