Si uno viaja a los Estados Unidos, seguramente se va a encontrar con el mac & cheese en cualquier rincón, ya que es uno de los platos más populares y queridos en el gran país del norte.
Se sabe que el difusor de este famoso plato fue el presidente Thomás Jefferson, que gobernó el país entre los años 1801 y 1809.
Jefferson tomó contacto con la pasta aderezada con queso durante un viaje al norte de Italia, a fines del siglo XVIII, previo a su mandato. Tanto le gustó que en 1790 hizo enviar a los Estados Unidos una máquina para fabricarla, e incluso escribió sobre el mismo.
También cabe mencionar a su cocinero, James Hemings, esclavo negro al que llevó de viaje y a quién hizo aprender cómo realizar la preparación de pasta con queso.
Según el investigar gastronómico Damon Lee Fowler, a los esclavos negros se les enseñó a seguir recetas escritas. Pero también fueron artistas culinarios talentosos por derecho propio y, como ocurre con muchas recetas, agregaron sus aportes más allá del texto.
“Sus manos conocieron otros productos, sus narices otras fragancias, y esto seguramente redundó en beneficio de la cocina”, cuenta Fowler. Durante su viaje a Europa con Jefferson, Hemings fue entrenado por un chef francés.
Sin embargo, el presidente halagó y prefirió la mano de su criado para preparar ese plato a base pasta y queso.
Una vez liberto, Hemings le enseñó a otro esclavo, su hermano Peter, a preparar el plato favorito de Jefferson.
Y fue Peter quien hizo el “pastel llamado macarrones con queso”, para una cena de estado de principios de 1800, organizada por Jefferson, puntapié inicial que puso a rodar esta leyenda de la gastronomía estadounidense.
Los mac & cheese aparecieron en los libros de cocina y se convirtieron en favoritos de ricos y pobres.
Luego de lograda la libertad, los afroamericanos a menudo dependieron de las organizaciones de ayuda, y de los alimentos provistos por el gobierno, que a menudo incluían macarrones y queso procesado, sinónimo de una comida rápida, fácil y accesible.
De hecho, no se popularizaron hasta 1937, cuando la Gran Depresión estaba en pleno apogeo y los “Macaroni & Cheese” de Kraft se convirtieron en un alimento básico en muchos hogares, porque una caja podía alimentar a una familia de cuatro por 20 centavos de dólar.
Una vez que los afroamericanos crecieron en riqueza y tuvieron acceso a más productos, la pasta con queso incluyó un roux y otros trucos del oficio transmitidos de generación en generación, hasta la actualidad, donde por lo general se hace con pasta corta, como los llamados “coditos”.
Este plato puede tener buenas versiones con este tipo de carnes más económicas.
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