Sucedió en una famosa casa de comidas rápidas: luego de una discusión, el empleado usó el pedido como munición.
Se dice que una de las secuelas que dejó la pandemia, en particular en el rubro gastronómico, es la poca paciencia del personal de servicio. Aparentemente, el virus no ataca sólo al sistema inmunológico de las personas, sino que también acaba con su tolerancia. Lo mismo sucede con los comensales, cuyas exigencias, en ocasiones fuera de lugar, desgastan la moral de cocineros y mozos.
Es lo que se vio días atrás en el Reino Unido, cuando una pareja acudió a un local de una conocida franquicia de comida rápida. Luego de una espera de 25 minutos en su automóvil, algo desmedido pero no imposible para un menú de hamburguesas y papas fritas, le reclamaron al camarero por la tardanza y exigieron que se les bonifique el pedido.
El joven camarero discutió a viva voz con la pareja mientras uno de ellos lo filmaba. El intercambio fue tomando temperatura hasta que el empleado abrió la bolsa del pedido, se comió un puñado de papas fritas y luego arrojó las hamburguesas hacia el interior del vehículo.
La polémica es… ¿Se justifica el reclamo de la pareja ante la demora? ¿Es el camarero como una víctima del sistema? En un contexto mundial donde escasea la mano de obra barata, los que aceptan los trabajos malos pagos también tienen que soportar malos tratos.
¿Quién pensás que tiene razón?
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