Bodegones último modelo: el renacimiento de un clásico
Te recomendamos 6 restaurantes para revivir aquella buena vieja costumbre de sentirte habitué en un lugar.
Por Silvina Reusmann
¿Cosas que amamos de los bodegones? ¡Miles! Conocemos los platos (no hay nombres extravagantes ni extraños eufemismos), son lugares amables y acogedores teñidos de nostalgia porteña, no suelen ser caros (hay excepciones) y muchos nos recuerdan una comida familiar de platos abundantes y cero pretenciosos.
La mayoría aún conserva esta impronta aunque con el tiempo muchos fueron perdiendo calidad. Pero en los últimos años, surgió una nueva generación de bodegones que revalorizaron el producto.
No tienen cartas kilométricas sino más acotadas, con menos platos y mejores productos. Aquí algunos de los que vale la pena hacerse habitué.
#. Los Galgos y El Preferido fueron dos de los primeros en pusieron la vara muy alta y ayudaron a elevar la categoría.
El primero, con la curaduría de Julián Díaz, quien tambiénhizo un gran trabajo de restauración en Roma del Abasto.
Además de renovar platos y productos y hasta de traer algunos olvidados como las ancas de rana, fue más allá y tiene tanto café de especialidad como una barra de tragos donde los aperitivos la rompen.
Los buñuelos de acelga con alioli, los guisos en invierno y (ponerse de pie) el revuelto Gramajo le devuelven las ganas de vivir a cualquiera.
Esta esquina (Callao 501) ubicada a pocas cuadras del Congreso que nació en 1930 tiene además un primer piso con barra propia donde ir a beber y hacer lo que se hizo y se hará siempre en las mesas de un bodegón: discutir sobre política y fútbol y resolver los problemas del mundo.
En El Preferido (Jorge Luis Borges 2108), todos los embutidos elaborados por Guido Tassi son una experiencia religiosa seguidos muy de cerca por la milanesa de lomo y los guisos que, cuando empieza el frío, aparecen rápidamente en la carta.
Para el postre, flan, helado o cualquiera que salga con dulce de leche, que es caserísimo y sensacional.
#. El Octavo Bar (Bulnes 1408) le debe su nombre a ser el octavo local que abrió la familia detrás de clásicos como Miramar, Bar de Cao y Café Margot y, como buen bodegón, abre desde las 8 de la mañana hasta la madrugada, todos los días de la semana.
Este nuevo espacio está a cargo de la nueva generación de la familia y se nota, porque hay una mirada más moderna sobre el menú.
Allí cohabitan el pulpo y las sardinas de Vigo para disfrutar con tragos del bartender Fede Cuco hasta
las más tradicionales rabas y croquetas que bien pueden ir acompañadas con un pingüino de vino de la casa.
Además de poder comer en el lugar cuentan con una rotisería donde, infaltable, hay pollo al spiedo para llevar.
#. Yiyo el zeneize es uno de los bodegones más auténticos y mejor conservados de la ciudad. Ubicado en Parque Avellaneda (Av. Eva Perón 4402), es una postal perfecta de la vieja Buenos Aires, con el sifón en la mesa pero para acompañar los nuevos vermuts, excelentes platos y una interesante carta de vinos en un espacio que parece perdido en el tiempo.
Ideal para llevar amigos turistas y que conozcan el corazón porteño.
#. Fuera de Capital, más precisamente en Quilmes (Catamarca 724) abrió El Bodegón del Mono, a cargo de Damián Cícero, quien estuvo muchos años frente a la cocina del Casal de Cataluña y ahora se lo
puede ver en Cocineros Argentinos.
Este chef le hace honor al concepto de bodegón y tiene todos los platos más emblemáticos de este tipo de lugares. Una carta suculenta, con platos grandes, gustosos e ideales para compartir. Imperdible el
cochinillo lechal horneado a la segoviana.
#. Sifón, en el nuevo corredor Newbery de Chacarita (Jorge Newbery 3881), tiene todo el aspecto de un viejo bodegón con todos los elementos que lo caracterizan, pero con la calidad de un restaurant que
busca hacer platos tradicionales y populares pero utilizando productos de estación.
No falta el vermut con soda, ideal para compartir con amigos una tarde de sol, aperitivos y una picada en la vereda.
Si bien hay muchos más, como El Obrero que reabrió recientemente, El Imparcial, Albamonte, Rondinella o El Viejo Cañón que se salvaron del tsunami pandémico y también merecen una visita, una nueva generación de bodegones está surgiendo.
Así como nuestros padres tenían sus restaurantes de cabecera, donde los conocían y saludaban a los mozos por el nombre, tal vez nosotros también nos volvamos habitués de algunos y podamos repetir el ritual.Algunas buenas costumbres no deberían perderse.
Author: Silvina
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