Adiós al legendario Guido’s, la cantina italiana preferida por las celebridades

Cerró definitivamente el restaurante que Carlos Sosto comandaba con cariño y desenfado.

A nivel mundial, Buenos Aires parece una ciudad periférica desde el punto de vista gastronómico. Pero ojo, parece, porque si uno mira con atención se encontrará con rincones singulares, únicos, irreproducibles, como por ejemplo Guido’s Bar, que desafortunadamente acaba de cerrar sus puertas luego de 40 años de trabajo.

La singularidad de Guido’s, creación del gastronómico Carlos Sosto, tan extravagante como su criatura, no pasó por la sólida propuesta gastronómica, sino por la suerte de aura, estilo e impronta que supo imprimir a su boliche.

Sosto montó una suerte de club, donde los habitués, como si fuera un rito pagano, se sometían a los designios que les preparaba el restaurador en el local ubicado a un costado del zoológico porteño, en el barrio porteño de Palermo.

Porque si bien la casa contaba con un menú escrito en las paredes, la gracia del asunto pasaba por realizar un salto de fe y entregarse a las sugerencias del dueño, que llevaba a la mesa lo que le venía en gana. Y lo mismo hacía con la cuenta, apenas trazada a birome sobre el mantel de papel.

Por sus mesas pasaron personalidades varias, como Diego Torres, Guillermo Cóppola, Graciela Borges, el Indio Solari, Gastón Gaudio, Joaquín Sabina, Marcelo Tinelli, Palito Ortega y muchas celebridades más.

Víctima de la pandemia

Primero la pandemia retiró a Sosto del negocio. Y luego dos de sus empleados más antiguos continuaron con el local por el lapso de un año, bajo el nombre de La Mia Vita, pero sin la magia que le ponía Carlos a su trabajo.

Así fue que en estos días el comercio tiró la toalla y dijo basta, tal como informó Graciela Moreno en BAE. Una pena porque quedará un importante hueco en la cocina ítaloporteña.

En el recuerdo de sus clientes quedará el soberbio antipasto que se servía en Guido’s. Otros clásicos de la carta eran la pizza de rúcula y una burrata de muzzarella de búfala, servida con pesto y tomates confitados, humeantes porciones de penne rigate con tomates secos, tomates concassé y salsa de tomates, pulpetines mixtos (de carne vacuna y cerdo), páprika y rúcula, deliciosos risottos, todo con aura casera.

Además, había platos fuertes legendarios, como sorrentinos de cordero braseado, orecchiette al pomodoro, los famosos maccheronni Carmela, parrilladas de pescado y muchas recetas familiares más, todo servido entre las estrechas mesas de la pintoresca cantina, por las que Sosto deambulaba cual monarca, interactuando con su clientela.

El flan y el tiramisú eran excelentes. La comida llegaba en tandas hasta que uno decía basta, seguida por la invariable cuenta que armaba Sosto, en ocasiones un poco arbitraria, pero siempre con enorme simpatía. Un clásico al que se lo va a extrañar.


Author: Cucinare

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