Se dice que los argentinos son etnocéntricos, que piensan que viven en el ombligo del mundo. Ese concepto, un tanto chauvinista, está en las antípodas de la realidad, porque existen culturas completamente diferentes a la de uno.
Sucede que el argentino promedio que tiene la posibilidad de viajar lo hace a Estados Unidos o a lo sumo a Europa. Las diferencias culturales no son tan grandes del otro lado del “charco”.
Pero si uno analiza lo que deparan los países de Medio Oriente o de Asia, seguramente se llevaría una sorpresa.
Es el caso de Daniel Careddu, cocinero oriundo de Bahía Blanca que aprovechó una oportunidad laboral para trabajar en Qatar.
El reclutamiento lo llevó a trabajar en un restaurante que está en su génesis y se llamará La Mesa, el primer establecimiento gastronómico latinoamericano en Doha.
En una conversación que tuvo con La Nueva Provincia, periódico de Bahía Blanca, Careddu comentó sus impresiones acerca de su nuevo trabajo y las costumbres extrañas que tienen en el otro extremo del mundo:
“Las diferencias son demasiadas y el contraste muy alto. Tanto en lo cultural como en el clima (…). La gente tiene costumbres y formas muy distintas a las nuestras“, cuenta el chef.
Daniel indica que las diferencias se sienten mucho en lo gastronómico: “Está repleto de personas de Asia Central: India, Bangladesh, Sri Lanka, Nepal, Butan. Desde la forma de alimentarse que tienen hasta el trato que reciben es muy distinto. No quiero profundizar en esto porque no quiero decir nada que no sea correcto”.
Y agrega: “Hay muchos trabajadores del norte de África: Marruecos, Túnez, Argelia y que, entre grandes comillas, son los más parecidos a nosotros, con costumbres más occidentales, quizás por su cercanía con Europa.
También afirma que “hay muchas cosas que cuando las vemos desde nuestra perspectiva no las podemos creer, pero es la forma en que se manejan en esta cultura y nosotros estamos en su país de visitantes. Lo único que podemos hacer es tratar de aprender de lo bueno y de lo malo”.
“Qatar es un país en el cual no te podés dar la mano con tu esposa en público si estás casado y menos darle un beso a tu novia afuera del barrio cerrado en el que vivas. No tenemos permitido hablar con mujeres locales”, expresa el cocinero.
Respecto de la privacidad, asegura sorprendido que “te obligan a instalar una aplicación en el teléfono que ve y escucha todo lo que hacés y decís. Por más orwelliano que suene. Eso les garantiza a ellos la seguridad que tienen así que no hay mucho que objetar”.
“Lo más gratificante de la experiencia, hasta el momento, tiene que ver con la ciudad en sí, porque es cómoda y totalmente nueva y la prestación de servicios es impecable (…) La empresa aporta el salario, la vivienda, el transporte, el seguro médico y la comida diaria, algo que no es común que suceda en la mayoría de las empresas argentinas”, dice Careddu.
La carne, base de la alimentación en nuestro país, no tiene el mismo protagonismo en el país del Mundial: “Tienen una alimentación muy distinta a la nuestra. Están acostumbrados a comer muy especiado y muy picante (…) En Argentina tenemos una dieta con mucha presencia de carne y acá no. No hay mucha y la mayoría es estofada porque es de muy mala calidad”.
La importación es clave para la oferta gastronómica local: “Salvo la pesca artesanal, que ya casi ni siquiera existe, la mercadería es importada de Australia, África Central y algunos países europeos. Acá no crece nada, es el desierto real. No agarra ninguna planta, es una locura”.
Más allá de que el invierno está comenzando en sintonía con la copa del mundo, las temperaturas son altísimas.
Desde que llegó a Qatar nunca, ni en la madrugada, le tocó experimentar temperaturas menores a 30 grados. “El sol pega muy fuerte y sale a las 4 de la mañana. Imaginaba un país seco, pero hay mucha humedad, del 60% como mínimo. Mirás para arriba y parece que hay niebla, pero es humedad”, finaliza el trabajador gastronómico.
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El evento se realizará el próximo sábado 28 de diciembre en Café Lo-Fi, en Caballito.