El vínculo entre el personal de un bar u o restaurante y los comensales es una parte muy relevante del negocio gastronómico.
La calidad de los platos, por supuesto, es el eje de cualquier propuesta. Pero si un mesero actúa con incapacidad o desgano, la experiencia del cliente se deteriora y puede arruinar todo lo bueno que se hace en la cocina.
Sin embargo, la relación del personal con los comensales durante el servicio es un camino de dos vías y la conducta de los que se sientan a comer muchas veces es impropia.
Así lo remarcó el prestigioso cocinero argentino Fernando Rivarola, propietario de Trashumante, en San Telmo, y El Baqueano, en la provincia de Salta.
Siempre activo en Twitter, Rivarola compartió la importancia de darle seguimiento a cómo se brinda el servicio en un restaurante y, de paso, puso en evidencia ese tipo de maltratos de la gente hacia los mozos.
“Cada tanto me siento en las mesas de mis propios restaurantes, solamente para ver cómo trabajan los colaboradores nuevos“, explicó Rivarola.
Y luego cerró su tuit con una reflexión sobre la actitud de algunos comensales: “Lo que me sorprende cada día más, es el maltrato gratuito de muchos clientes, absurdo“.
Es interesante el planteo tanto desde el punto de vista de la dedicación para mejorar el servicio con una técnica similar al mistery-shopping (hacerse pasar por un cliente real) como por la observación que hace Rivarola sobre la conducta de algunos comensales.
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