Cada 31 de mayo se celebra en la Argentina el Día de la Cerveza. La fiesta surgió desde las redes sociales, como una forma de hacer un homenaje a una de las bebidas más consumidas en el país.
Un informe de Cerveceros Argentinos de 2022 estima que en el país se consumen 45 litros de cerveza per cápita al año.
En la Argentina, la industria cervecera está concentrada pincipalmente en dos empresas. Quilmes, líder de la industria, y la empresa chilena CCU (Compañía de Cervezas Unidas).
A esta compañía extranjera pertenecen las marcas Schneider, Heineken, Imperial, Miller, Amstel, Salta Cautiva, Sol, Grolsch, Warsteiner, Insenbeck, Santa Fe, Salta, Córdoba, Norte, Palermo, Bieckert y Kunstmann.
En el medio de esas dos grandes empresas, hace tiempo que hacen buen pie las cervezas artesanales. La mayor cantidad de fábricas se ubican en la provincia de Buenos Aires (45%) y el segundo y tercer lugar lo ocupa la ciudad de Buenos Aires, con un 8%, y Córdoba con un 6%.
Más de 320 fábricas de cerveza artesanal generan más de 2.000 puestos de trabajo. La mayoría son pymes familiares donde solo un 4% de las fábricas tiene más de 30 empleados.
Gabriel Furnari es brewmaster y socio de la Cervecería Tacuara. El especialista evalúa que “el presente en términos de calidad del producto es muy bueno. Pero se redujo el consumo por varios factores. Por la baja de poder adquisitivo. Y porque la cerveza artesanal siempre tuvo un valor más alto que la industrial. De hecho, hemos estado perdiendo rentabilidad últimamente porque ya no nos permite subir a los números que deberíamos estar cobrando hoy”.
Por su parte, Nicolás Harry Salvarrey, socio del bar Desarmadero y coequiper histórico de Andy Kusnetzoff en radio, coincide con su colega.
“Obviamente hay caída en el consumo, la gente está cuidando muchísimo la plata. La gente sigue eligiendo salir y apuesta a la gastronomía. Esto viene acompañado por el crecimiento de otras bebidas. El gin creció muchísimo, al igual que el vermouth, y el vino recuperó un montón de terreno“, explicó.
Sobre la proyección a futuro, Furnari pronostica que se impondrán “las cervezas sin alcohol. Creo que lo que viene son las cervezas livianas, fáciles de tomar que también tendrán un costo un poco más bajo”.
Por su parte, Harry es optimista en cuanto a los próximos años. “Las cervecerías buenas, las que están haciendo las cosas bien y las que vienen haciendo las cosas bien hace tiempo, no cayeron, están ahí, siguen motivadas y siguen haciendo productos espectaculares“.
“Encima, este año, como argentinos tuvimos el espaldarazo de haber ganado 2 medallas en la World Beer Cup con Juguetes Perdidos y con Jabalina, más otras cervecerías que quedaron muy bien posicionadas”, resalta uno de los dueños de Desarmadero.
Además, Harry aporta un sector en el que las birras artesanales aún no ingresaron. “Falta que un montón de sectores de la gastronomía se acerquen a la cerveza, sobre todo a la alta gastronomía, a los cocineros“.
Para el emprendedor, hay una cuestión corporativa en el escenario. “Creo que muchas veces uno va a restaurantes encumbradísimos y encuentra cervezas industriales que en general son elegidas por arreglos económicos y no por su calidad. Creo que, si los restaurantes y los chefs decidieran apoyar la calidad de la cerveza artesanal argentina, probablemente la cerveza tendría unos puntos ahí para crecer y para darse a conocer a otros públicos“.
En pocos días anunciaremos todos los nominados, con los mejores representantes de la gastronomía argentina.
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