Dos emprendedores genoveses, Arturo Malvezzi y Guido Grondona, ya habían dado vida a Güerrín en 1932, cuando al Obelisco todavía le faltaban cuatro años para ser inaugurado.
Como alrededor de 6 millones de inmigrantes que llegaron entre 1857 y 1947 a Buenos Aires, esta dupla de italianos llegó al puerto en 1927.
Traían en sus paladares el sabor de la pizza italiana clásica. Aquí se combinó con otros inmigrantes y surgió la tradicional media masa porteña, cargada de queso.
Al principio, en Güerrín sólo funcionaba la parte de adelante con la caja y la barra para que los comensales disfrutaran una porción de camino al trabajo o a casa.
Esa demanda al paso se abastecía con el horno 1, que se encendió en aquel 1932 y que jamás volvió a apagarse, una leyenda que se fue construyendo con los años.
En aquellos comienzos, al fondo del local de Corrientes y Talcahuano estaban las habitaciones donde vivían los pizzeros, lugar que desde 2021 tomó el patio napolitano, inaugurado en plena pandemia.
Para llegar a él, que es como un secreto tan guardado como la llama del horno, hay que atravesar el largo pasillo del antiguo conventillo de esta histórica pizzería de 91 años.
El horno 1, que funciona con 2.000 kilos de quebracho por turno a una temperatura de 500 grados, puede cocinar alrededor de 45 pizzas de manera simultánea.
Esa madera logra que el queso se dore en la superficie y queda tierno por dentro.
Es Roberto Araya, alias Calabaza, el maestro pizzero que comanda el funcionamiento del histórico horno durante el día.
Araya contó a Cucinare los secretos de este lugar histórico para la gastronomía porteña.
Desde sus inicios, Güerrín se destacaba por sus mosaicos venecianos y decoración en madera, bronce y mármol travertino, convirtiéndose en una estrella de la zona.
Con el tiempo, otros establecimientos surgieron en el área. Así, la pizza después del cine o el teatro se convirtió en una tradición de la Avenida Corrientes.
En la actualidad, vende entre 1.500 y 2.100 pizzas diarias. Así superó la asombrosa cifra de 9 millones de pizzas amasadas desde su fundación.
Pasaron 36 presidentes, 2 premios Oscar y 3 Copas del Mundo desde que se encendió el horno. Fueron hits El día que me quieras en la voz de Gardel, Clics modernos de Charly García, y “Terraza”, de Wos, sólo por nombrar 3 momentos clave de nuestra música.
La pandemia fue un desafío para la industria gastronómica y Güerrín no fue la excepción. Fue entonces el momento de inaugurar el Patio Napolitano, una extensión del local que permitió ampliar su capacidad para recibir a 880 comensales sentados.
A lo largo de los años, Güerrín cambió de manos. Tras la muerte de Arturo Malvezzi, su hijo Franco continuó con el legado.
Los chefs son además pareja y darán clases abiertas del 22 al 26 de abril.
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