¿Un restaurante de pescados y mariscos en plena llanura pampeana? Sí. Una pareja de cocineros jóvenes lo hizo posible en la localidad de Lobos, a unos 100 km de la ciudad de Buenos Aires.
Allí funciona Cantina Villapicante, un restaurante de pocas mesas que tiene una lista de espera de unos 45 días para lograr probar sus platos.
Gonzalo Labega, cocinero de oficio, y Andrea Bevilacqua, licenciada en Turismo, son los responsables de este emprendimiento.
La idea y el proyecto de un restaurante surgió casi con su relación, sin saber absolutamente nada del funcionamiento de un emprendimiento gastronómico.
Antes de Villapicante, la pareja viajó por Europa, trabajaron en la playa y se conectaron con el mar.
Tras los viajes, abrieron el local en Lobos en 2017, con solo 3 mesas. Primero las reservas eran de una semana para la otra. Pasaron la pandemia y cuando volvieron a abrir, el éxito fue total.
Su plato insignia es el pulpo a la plancha. Otro imperdible son los calamaretti rancheros: pequeños calamares limpios, servidos con panceta, chorizo, papas fritas, cebolla y un huevo frito por encima.
El pequeño local no tiene cartel, pero hay un ancla en la puerta y un cartel que dice “Capitán”, como si fuera un barco encallado en plena pampa. Una aclaración en otro letrero para todos los clientes que llegan: “Si ud. no come pescado está en el lugar equivocado”.
“Pusimos la temible espina en tierras de la sabrosa costilla”, suelen decir a dúo.
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