organic fresh bunch of parsley closeup on wooden cutting board
Hay un mito que recorre la ciudad de Buenos Aires. El relato dice que donde veas varios taxistas comiendo, es porque es lugar es barato y bueno.
Subidos a esa mística 100% porteña, un grupo de jóvenes cocineros tomaron la posta de un viejo reducto de choferes de taxi y lo reconvirtieron en un bodegón con productos de primera calidad.
El lugar se llama Joya, nunca tasi y queda en Castillo 601, en el barrio de Villa Crespo.
El local es pequeño y tiene la cocina a la vista. Está ambientado con los colores y objetos de los viejos taxis porteños.
Se puede pedir de entrada la polenta crocante con ragú de hongos. De principal, lo imperdible es el asado banderita jugoso y con una maceración de 48 horas. A esto se agrega unas papas bastón que vienen con pesto y queso sardo.
Para tomar hay vermut y algunos vinos seleccionados de bodegas de autor. De postre, lo mejor es ir al clásico flan mixto.
Los chefs son además pareja y darán clases abiertas del 22 al 26 de abril.
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