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La pareja de abuelos que fundó una fábrica de pastas hace más de 40 años y sigue atendiendo como si fuera el primer día

Julio y Lila arrancan muy temprano a trabajar todos los días. Conde, en Colegiales, es un clásico los días 29 de cada mes: sus ñoquis son de los más ricos de la ciudad.

El secreto recorre las calles del barrio porteño de Colegiales. Los domingos son los días elegidos en los que el local tiene cola en la puerta, en especial cuando preparan los ñoquis del 29.

La casa de pastas Conde está a cargo de Julio Medina, de 84 años y su esposa Lila, de 86. A ellos se agrega el hijo Luis en el trabajo diario con las masas.

Desde 1982 los Medina están al frente de una de las fábricas de pastas frescas más queridas de Colegiales. Julio relata una obviedad el nombre del local es por la calle en la que están ubicados (Conde 730). “Pastas Conde, pero que nada esconde”, recitan los Medina.

Una de sus especialidades son los ñoquis. Esos días, las colas para comprar llega hasta la esquina.

Los vecinos los llaman “los abuelitos de la calle Conde”. En ese sentido, la mejor publicidad para esta casa de pastas es el boca a boca.

Julio es oriundo de Santiago del Estero y Lila Angulo de Tucumán. Sus caminos se cruzaron en Luján.

Se conocieron por amigos en común en una salida dominical. “Ella me agarró de la mano y no me soltó más”, cuenta en el diario La Nación.

Cuando era joven, Julio trabajó en el ferrocarril y luego como lavacopas en un bar de españoles. Tiempo después en un taller metalúrgico de la avenida Córdoba en donde producían ollas a presión, pavas y planchas.

En tanto, Lila, quien desde pequeña tuvo gran talento con las manualidades, en aquellos tiempos tenía su empleo en una tienda en Barrio Norte. Allí tuvo como clientas a Isabel Sarli y a Lolita Torres.

En la década del 60, las vueltas de la vida los acercó al mundo de las pastas frescas. Julio se inició como cadete en un negocio sobre la calle Talcahuano.

Empezó lavando verduras y enseguida pasó a las máquinas amasadora. Junto a su compañero José ya soñaban con el negocio propio. En la aventura los acompañó Lila.

El 2 de abril de 1982, el mismo día que comenzaba la guerra de Malvinas, abrieron las puertas de la fábrica de pastas Conde en Colegiales.

Apenas empezó a crecer, su hijo Luis se sumó al trabajo. Allí aprendió de todo. Primero jugando, pero luego ya como un cocinero más de la fábrica de pastas. Las especialidades de Luis son los capeletis y los sorrentinos.

La pequeña fábrica mantiene la estética de los años 80 con sus azulejos, mostradores de madera, heladeras y equipamientos históricos. Por ejemplo, la fusilera con moldes de hierro tiene unos 100 años, calcula Julio.

En el podio de las pastas rellenas también están los ravioles de pollo y verdura y los de ricota; y los canelones. Otro imperdible son los capeletis de pollo, jamón y queso rallado.

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Tags: Pastas Conde

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