El barrio de Liniers, justo en el límite de Buenos Aires con el conurbano, se caracteriza por ser un polo de comida y mercado de materias primas andinas. Allí, sobresalen los productos y restaurantes bolivianos y peruanos.
En ese sentido, Miriam ya forma parte de la tradición de la migración boliviana a la Argentina.
Su dueña y cocinera es Miriam Flores Navia, quien llegó desde la ciudad de Cochabamba hace más de 25 años. La mujer trajo todas las recetas tradicionales de su tierra natal.
Como declaración de principios, el local lleva el nombre de su cocinera. Así, la mujer comanda los fuegos sin pausa.
Se puede arrancar por las sopas tradicionales que van desde la densa lagua de trigo hasta la nutritiva sopa de maní, que lleva además carne, papa y mostacholes.
Luego, el silpancho (milanesa con huevo frito) representa a Cochabamba; también hay picante de pollo, falso conejo (que se prepara con carne vacuna), la chorrellana (un salteado de carne con verduras), el mondongo chuquisaqueño y el chicharrón de cerdo (similar al peruano).
Así, las mesas se colman de bolivianos que por un rato se sienten nuevamente en La Paz y, también, porteños que buscan probar sabores andinos.
Tenía 59 años y había heredado el negocio familiar de su padre en Mendoza.
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