El chef francés Michel Guérard, uno de los pioneros de la nouvelle cuisine, falleció el 19 de agosto en su residencia de Eugénie-les-Bains alos 91 años.
Guérard dejó un legado en la alta cocina, que siempre tuvo en cuenta el bienestar del comensal y el respeto por los ingredientes.
Nacido en marzo de 1933 en Vétheuil, en la Isla de Francia, Guérard creció en el seno de una familia dedicada a la ganadería. Sin embargo, su pasión lo llevó pronto a la cocina.
Empezó como aprendiz de pastelero antes de interrumpir su formación para cumplir con el servicio militar. Tras regresar, trabajó como chef de pastelería y chef saucier.
Su primera estrella Michelin llegó en 1967 con su restaurante Pot-au-Feu, donde su enfoque revolucionario en la cocina lo posicionó como uno de los padres de la nouvelle cuisine.
Luego de alcanzar su segunda estrella Michelin, Guérard se trasladó a Las Landas junto a su esposa Christine Barthélémy, donde tomó las riendas del histórico hotel balneario Eugénie-les-Bains, propiedad heredada por su esposa.
Fue en este lugar donde el chef consolidó su carrera. Allí apostó por una alta cocina más saludable, con propuestas menos calóricas que no sacrificaban ni la sofisticación ni el lujo. En 1977, Guérard obtuvo la codiciada tercera estrella Michelin para su restaurante.
Junto a su esposa, Guérard construyó un imperio gastronómico que incluía hoteles, bodegas y restaurantes. Fue también un pionero en colaborar con la industria alimentaria. Desarrolló platos congelados para Findus, una marca de Nestlé.
Además, publicó numerosos libros de cocina que siguen siendo fundamentales hoy en día, y en 2013 fundó el Instituto Michel Guérard, dedicado a formar a jóvenes en cocina saludable y nutrición.
Otra contribución de Guérard fue la difusión de la torrija de brioche, un postre que fue adoptado por chefs y restaurantes de todo el mundo.
La torrija de brioche es una versión refinada de la tradicional torrija española, que se caracteriza por utilizar pan brioche, un tipo de pan dulce de origen francés, en lugar del común.
Este brioche, con su miga suave y esponjosa, absorbe de manera perfecta la mezcla de leche y huevo en la que se sumerge antes de ser frita.
Se suele servir acompañada de toques modernos como frutas frescas, cremas aromatizadas o helados, lo que la convierte en un postre versátil.
En pocos días anunciaremos todos los nominados, con los mejores representantes de la gastronomía argentina.
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