La tradición del helado artesanal en Argentina es un legado que se mantiene vivo y en constante evolución. Mientras que los sabores clásicos como dulce de leche y chocolate nunca pierden su protagonismo, un nuevo movimiento está emergiendo el de los helados con sabores excéntricos que buscan romper moldes y sorprender paladares.
En esta búsqueda, las heladerías argentinas se convirtieron en laboratorios de creatividad, donde los ingredientes inesperados y las combinaciones inéditas son los protagonistas.
En un país donde el helado artesanal tiene un consumo per cápita de 7,3 kilos al año, el gusto por la innovación no sorprende. Los argentinos incorporaron el helado como una costumbre diaria, sin importar la estación del año.
Esto abrió el camino para que pequeños emprendedores y grandes heladerías experimenten con opciones que van desde lo gourmet hasta lo lúdico. A continuación algunos ejemplos.
#. Obrador Florida desafía las expectativas con su selección. Entre sus sabores más destacados están el queso de cabra con grosellas, la caña de azúcar y una crema de jengibre con castañas de cajú. Incluso su versión de dulce de leche se reinventa con un perfume cítrico que combina limón y naranja.
En el norte del conurbano, Dolce by Blossom se especializa en bombones helados que combinan texturas y sabores inesperados. Remolacha, naranja y chocolate son parte de su propuesta, junto con opciones como avellana o gianduia.
Arkyn, en el barrio porteño de Palermo, por su parte, apela a la nostalgia con helados inspirados en golosinas de la infancia: Palito de la Selva, chicle Bazooka, chupetín Pico Dulce y Rhodesia son algunos de los favoritos.
Alchemy apuesta por sabores extravagantes como Cynar, Fernet con Coca o cerveza, y también incursiona en ingredientes salados como batata, remolacha o queso azul. Su helado de calabaza con chocolate 70% cacao es una de las propuestas más intrigantes, ideal para quienes buscan una experiencia única.
Desde Rosario, Bocha agrega un toque de historia personal a sus creaciones. Entre sus sabores icónicos está el limón del Paraguay con jengibre, inspirado en un árbol que el socio fundador tenía en su patio. Esta propuesta fresca y ácida se ha convertido en un imprescindible para el verano rosarino.
Finalmente, la clásica Pachi, en Berazategui, lleva la creatividad a otro nivel con sabores como mate, cerveza stout y Campari, además de opciones nostálgicas como Bubbaloo de uva o Capitán Blanco, en homenaje al mítico alfajor Capitán del Espacio.
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