La almeja panopea, un molusco bivalvo de gran tamaño, se consigue en el mar argentino. Es extraída en el sur, en aguas del golfo San Matías, entre las provincias de Río Negro y Chubut.
Aunque no es muy valorada por los consumidores locales, la panopea se convirtió en un producto codiciado en el mercado asiático y en la industria gastronómica nacional, especialmente en los tenedores libres de cocina oriental porteña.
En Buenos Aires, este molusco se consigue en la pescadería mayorista Casa China, del Barrio Chino frente a la estación Belgrano del tren Mitre. El precio es de $ 12.000 el kilo, pero sólo aceptan compras mínimas de $ 35.000.
Conocida en otras partes del mundo como “almeja generosa”, la panopea se agrupa en grandes poblaciones denominadas bancos. En la región del golfo San Matías, estos bancos se encuentran al norte de Puerto San Antonio Este y al sur de Las Grutas.
Su captura es totalmente artesanal: buzos profesionales descienden hasta 18 metros de profundidad con el aire suministrado por un compresor montado en una lancha y las agarran de a una con sus propias manos.
Este molusco es fácilmente reconocible por su forma peculiar, que dio lugar a múltiples comentarios y bromas debido a su notable parecido con el órgano genital masculino.
Su caparazón ovalado encierra un organismo carnoso que recuerda a la bolsa testicular humana, de la cual emerge una prolongación alargada que refuerza esta similitud fálica.
A pesar de su abundancia en la costa rionegrina y de ser una fuente de trabajo para los buzos recolectores, la panopea por ahora no logra instalarse en la gastronomía cotidiana de los hogares locales.
Su prima, la almeja púrpura, de concha más redondeada, sí es apreciada y se encuentra con mayor facilidad en las cartas de marisquerías y restaurantes de la región.
Los que se animan a probarla afirman que tiene un sabor agradable y con un sutil dejo dulzón. Su cocción es sencilla: se hierve entre 10 y 20 minuto y luego se retira la parte carnosa del caparazón.
La parte más apreciada es su sifón alargado, que se consume en diversas preparaciones.
En la cocina asiática, la panopea se utiliza en una variedad de preparaciones. En la gastronomía china, es común encontrarla en platos al vapor con salsa de ajo y jengibre o salteada con verduras y fideos.
En Japón, se emplea para preparar sashimi, ya que su carne cruda tiene una textura firme y un sabor marino delicado. También es frecuente en sopas y fondos de mariscos, donde aporta profundidad de sabor.
Su carne se puede utilizar en ceviches, carpaccios y preparaciones grilladas. Sin embargo, su integración al paladar local es un desafío, ya que persiste la reticencia hacia su apariencia y la falta de tradición en su consumo.
Desde el punto de vista ecológico, la explotación de la panopea debe manejarse con cuidado. Se trata de una especie longeva, que puede vivir más de 100 años, lo que la hace vulnerable a la sobreexplotación.
En regiones como Canadá y Estados Unidos, su pesca está regulada con estrictas cuotas y monitoreos para garantizar la sostenibilidad del recurso.
En Argentina, su extracción todavía se realiza a pequeña escala, pero con el creciente interés comercial, los especialistas advierten sobre la necesidad de estudios y controles que eviten un impacto negativo en el ecosistema marino.
A pesar de su poca popularidad en el país, la panopea sigue siendo un recurso con gran potencial económico y gastronómico.
Su exportación a mercados asiáticos representa una oportunidad para el sector pesquero, mientras que su incorporación en la cocina nacional podría ampliar la oferta de productos del mar disponibles para los consumidores locales.
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