5 restaurantes de cocina centroeuropea para combatir el frío
Te recomendamos opciones de esta gastronomía regional para que entres en calor con buenos platos de cuchara.
Con las bajas temperaturas, el cuerpo pide platos calóricos y suculentos. Por eso, nada mejor que hacer honor a los platos que lo inmigrantes del corazón de Europa trajeron a la Argentina. Estas son algunas sugerencias para que uno vaya a probarlos:
#1. Lo de Antosh. Ya es un secreto a voces, pero la cocina polaca tiene a su último representante en Lo de Antosh. Se trata de un restaurant a puertas cerradas en casa de Antosh Yaskowiak, el último concesionario que tuvo La Casa Polaca. Actualmente Antosh recibe en su casa con una esmerada propuesta centroeuropea; y si bien el menú cambia cada semana, no es raro encontrarse con arenques marinados, pieroguis, strudel salados y lomo a la páprika, entre otras especialidades. El espacio es pequeño pero agradable y muy cálido. Para realizar reservas hacerlo a través de su página web.
#2. Hungaria. En Olivos se encuentra la asociación que reúne a la comunidad húngara en la Argentina. Allí se practica esgrima (deporte nacional) y se come copiosamente. No hay violines gitanos pero es lo más parecido a estar en Budapest. Algunos de los platos que prepara Omar, cocinero de origen entrerriano formado con las abuelas magyares, son un buen goulash con spaetzle, pimientos rellenos, pollo a la húngara, chucrut a la Transilvania y otros platos ultra calóricos. El restaurant tiene una onda “retro”, anclado en la mitad del siglo XX, y sus precios son accesibles. Pasaje Hungría 4250, Olivos.
#3. Dobar Tek. Si faltaba escribir sobre una cocina para completar el mapa étnico porteño, esa es la croata. Allí realizan unos increíbles strudel, tanto dulces como salados, cuya masa hecha a base de harina, aceite y agua se estira a mano en una mesa larga, y es francamente deliciosa. También se puede probar un plato hecho con ajíes rellenos llamado punjene paprike, sarma (hojas de repollo) rellenas con pechito de cerdo ahumado, plato de clara influencia turca, goulash, que son rollitos asados de carne vacuna y cerdo, panceta ahumada, ajo y condimentos y chorizos ahumados con chucrut, entre otras cosas típicas. Para beber, sirven un vino de estilo croata elaborado especialmente en San Juan, además de aguardientes como la fljivovica (de cerezas), krufkovac (de peras) o orahovac (de nueces). Los platos son abundantes, así que se pueden compartir. Av. San Juan 548, San Telmo.
#4. Mindszentynum. Una rara avis, una asociación que reúne a los húngaros católicos en la Argentina. No es un restaurant; al menos no funciona de manera ortodoxa ya que hay que coordinar la comida previamente (sólo reciben a grupos con anticipación, pero vale la pena). Según el día y el humor de la cocinera, preparan platos como el lángos, una especie de torta frita que se come tras frotarla con ajo, un suculento goulash con spaetzle, repollo relleno de carne y arroz, y un tipo de chucrut a base de carne, repollo, panceta y cebolla. A la hora del postre no falta la clásica dobos, torta que alterna capas finas de bizcochuelo de vainilla con crema de chocolate, coronada por un disco de caramelo en la parte superior. Aráoz 1857, Barrio Norte.
#5. Club Austria. Este club de San Fernando fue creado por un grupo de 40 inmigrantes austríacos, en su mayoría de Burgenland, con el objeto de mantener vivas sus tradiciones y su lengua natal. La institución cuenta con un comedor, abierto al público con capacidad para 150 cubiertos. Allí se pueden comer platos de origen austríaco pero adaptados al gusto porteño, como la wiener schnitzel, la famosa milanesa de cerdo de origen vienés que algunos dicen fue la precursora de nuestra “milanga”. También se pueden probar deliciosas salchichas artesanales, goulash con spaetzle (es muy demandado tanto en invierno como en verano) y el strudel de queso de cabra. La carta también contempla carnes con cocciones largas y pesca del día, entre otras cosas. Además, sirven algo de viennoiserie, el clásico strudel de manzana y la sachertorte. El club es muy simpático e informal. Roque Sáenz Peña 1138, San Isidro.
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Author: Cucinare
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