Cuando comer se vuelve un lujo: ¿por qué la gastronomía se vuelve cada vez más exclusiva?

Un par de restaurantes porteños ofrecen menús a 25 mil pesos. ¿Es caro o barato?

Por Silvina Reusmann

Dos de los mejores restaurantes de la ciudad, Chila y Aramburu, tienen su menú degustación con maridaje a $ 25.000 por persona.

A menos que sean Wanda Nara, lo primero que seguramente piensen sea… ¡¿QUÉEEE?! Ya habrán hecho la cuenta pero… una pareja deberá desembolsar $ 50.000, una cifra altísima para la realidad económica actual.

¿Lo vale? Seguramente sí, pero ese no es el punto.

Cabe aclarar que este fenómeno se está dando en todas las grandes capitales del mundo, no solo en Buenos Aires.

Restaurantes como Eleven Madison Park, Masa o Le Bernardin, considerados entre los mejores del mundo, tienen su menú degustación a u$s 500 por persona que para muchos, es una pequeña fortuna

¿Es lógico pagar esa cifra por una cena? Y no pasa por si lo tengo o no lo tengo, la pregunta tiene otra dimensión. Pasó desde siempre con el arte, ¿cómo una obra puede salir millones de dólares? Porque hay varios dispuesto a pagarlo. El tema tampoco radica en si es caro o barato tanto como si lo vale, pero esa es otra discusión.

Durante muchos años, en determinados círculos sociales, hablar de dinero era de mala educación, como si fuera un tema mundano, no digno. Pero siempre importó… y mucho, solo no importa cuando te sobra… ¡y mucho!

Actualmente, encontrar el precio de los menús de algunos de los mejores restaurantes, aún con esa doble vida online que todos llevamos, es imposible.

Para saber lo que cuesta, hay que preguntar, lo cual es raro porque, ¿cuántos van a comer a un restaurante que identifican como costoso sin tener un aproximado de lo que será la cuenta?

El dinero sigue siendo un tema tabú en muchos círculos pero ahora parece también haberse colado en otros mundos, como el de la gastronomía.

Hace pocas semanas, una tarjeta de crédito había organizado un pop up de cinco noches con el chef de Noma, Rene Redzepi, en Nueva York, donde el cubierto para dos costaba u$s 1.400.

El chef no pudo viajar porque se contagió covid aunque su equipo sí lo hizo, pero la tarjeta decidió de todas formas, devolverle a sus clientes el costo de la cena.

Esto motivó que varios se preguntaran si era moralmente aceptable subvencionar a gente que tiene para pagar esa cantidad de dinero y mucho más, y si hacer un culto a la figura del chef era un buen mensaje tomando en cuenta que la cocina es un acto colaborativo.

Están claros los motivos de la tarjeta para tomar la decisión (fidelización de clientes VIP, estrategia, etc.), eso no se cuestiona.

Sin embargo, en tiempos en los que la desigualdad cada vez es más profunda, con los pequeños productores peleando por conseguir mejores precios; con cada vez más gente que carece de cosas tan básicas como el agua, ¿también la comida se volvió un producto de lujo supino, no ya caro, sino prácticamente inalcanzable para la mayoría?

En perspectiva, los $ 25.000 de los restaurantes porteños hasta puede resultar barato, y lo es para aquellos que vivan sus vidas en dólares.

Pero la sensación que deja es que la gastronomía se está volviendo un bien suntuario y exclusivo, un lujo para pocos.

Cocinar es un acto tan hermoso y gratificante como efímero, es entrega y servicio, no existe sin los comensales, necesita del otro para concebirse entonces. En ese escenario, ¿qué costo tiene dejar a tantos afuera? ¿Es posible volverlo más inclusivo? Habrá que pensarlo.


Author: Silvina

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