Papas fritas de bolsa: así nació el snack salado más popular
Las clásicas papas de paquete tienen una historia oficial muy pintoresca y datos jugosos sobre su origen comercial.
Mucho se ha escrito sobre las papas fritas y su origen. Este tubérculo andino hizo de las suyas en el Viejo Mundo, rechazado al principio, pero suceso alimentario después, gracias a la tenacidad de Federico de Prusia y a la labor de Antoine Parmentier en Francia.
La fritura vino después, en París, donde las papas se freían en un comienzo en grasa y después en aceite. También se volvieron una institución en Inglaterra, donde acompañan al pescado, también frito.
Pero las papas fritas de paquete que tanto gustan, infaltables en cualquier copetín, tienen una historia singular y, si bien algunos aseguran que se crearon nuevamente del otro lado del Océano Atlántico, en los Estados Unidos, no es más que una leyenda. Porque la receta más antigua conocida similar a las papas fritas de paquete está en el libro de William Kitchiner The Cook’s Oracle, publicado en 1817, obra que fue un éxito de ventas en el Reino Unido y los Estados Unidos; la receta de la edición de 1822 para “papas fritas en rodajas o virutas” dice: “Hay que pelar papas grandes (…) cortarlas en virutas, tal como uno lo haría con un limón; secarlas bien en un paño limpio y freírlas en manteca”. Y las primeras recetas de papas fritas en los Estados Unidos se encuentran en el libro Virginia House-Wife, de Mary Randolph, en el año 1824.
Porque el imaginario colectivo se las suele atribuir a un tal George Crum. Es que la historia es pintoresca y fácil de comprar, así que a nadie sorprende que haya quedado como la historia oficial. En 1853, George Crum, chef afro estadounidense nativo de Saratoga, trabajaba en el resort Moon Lake Lodge, Nueva York. Sus papas fritas eran muy demandadas, pero un día un comensal se quejó de que eran demasiado gruesas. Crum hizo un lote más fino, pero el cliente volvió a devolverlas porque no estaba satisfecho.
Crum, molesto por demás, irónicamente hizo papas fritas demasiado delgadas para comer con un tenedor, con la esperanza de fastidiar al cliente, pero contra todo pronóstico, al hombre le encantaron. Con los años se dijo que el quisquilloso cliente era el mismísimo Cornelius Vanderbilt, un gran magnate de la época. Al tiempo, Crum se independizó y las comercializó bajo el nombre de Saratoga Chips. Lo injusto del caso es que Crum nunca las patentó, no porque no quisiera, sino porque en ese entonces el acceso a las patentes estaba vedado a las minorías negras.
Sin embargo, la primera en introducirlas en una bolsa para su venta fue Laura Clough Scudder, una empresaria que aventuró que el comercio de este producto a gran escala era posible. Scudder pidió a sus empleados unas hojas de papel encerado, les pagó horas extra y les pidió que pasaran la noche planchándolas con el objeto de hacer bolsas que llenarían y sellarían al día siguiente.
Su compañía se fundó en 1926 y esas bolsas fueron una de las primeras cosas que agregó al proceso de las papas fritas. También fue la primera en poner la fecha de vencimiento en el paquete. Pero el boom mundial de las papas fritas embolsadas, al igual que con la Coca-Cola, se produjo con la Segunda Guerra Mundial, porque formaba parte de las provisiones regulares que los estadounidenses llevaron a Europa, y de esa forma se dieron a conocer.
¿Conocías la historia de las papas fritas de bolsa?
Author: Cucinare
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