San Martín de los Andes: un recorrido por las propuestas gastronómicas de una estrella patagónica
Visitamos la ciudad neuquina y nos disparó una reflexión: la cocina regional debe aprovechar al máximo su potencial.
Por Alejandro Maglione
Fuimos a investigar la gastronomía en San Martín de los Andes, localidad estrella del turismo neuquino.
Y la verdad es que descubrimos algunas novedades y temas para charlar.
Quizás el primer descubrimiento interesante haya sido constatar que los precios en general son francamente razonables.
Con todos los dueños de restaurants hablamos de no asustar a los turistas, recordándoles que en algún momento volverán las alternativas de Florianópolis, Miami y otros destinos que deslumbran a nuestra clase media.
Es evidente que los argentinos que estilan vacacionar al exterior, se han expresado mayormente sorprendidos de las excelentes propuestas que hay en nuestro país, desconocidas para ellos hasta ahora.
Una primera novedad que impacta es la aparición del restaurant Pantera en un primer piso, sobre la Avenida San Martín, justo enfrente de la plaza del mismo nombre.
(Sí, San Martín de los Andes tiene esa curiosidad: nombres reiterados de calles y plazas: parece que a los funcionarios del lugar se les agotó rápido la imaginación. Así, vemos Rocas o Morenos, que logran confundir a los turistas).
Volvamos a Pantera. Es el nuevo hijo del empresario Nicolás Urquiza, que cuenta con el asesoramiento de su amigo Pablo Buzzo.
Esta dupla ya tuvo un éxito rotundo cuando pusieron el Torino Bistró, que sigue abierto pero en otras manos.
El nuevo lugar es amplio, bien puesto y con un balcón terraza, muy demandado cuando hay noche de luna llena.
La puesta de la cocina y de la barra de tragos es impresionante, como impresionante es la atención del personal, con una cuidada buena onda, que en realidad es la impronta que sigue a Nicolás vaya donde vaya.
Su vocación de buen anfitrión es contagiosa, por suerte.
Otra propuesta que me pareció interesante fue la del restaurant Oz.
Uno de sus dueños, Ezequiel, tiene a su cargo la atención del salón y realmente logra que la gente elija al lugar no solo por su correcta comida, sino por esa atención personalizada. También sobre la Av. San Martín.
Sigue el Vieja Deli con una vista al lago que tiene enfrente que vale la pena disfrutar. Ligeramente bullicioso, pero con correctas hamburguesas y platos ligeros.
Las Pendientes es un emprendimiento fabuloso que ha llevado adelante un grupo liderado por el empresario Willie Zorzi en una de las laderas del cerro Chapelco.
Desarrollado hace tiempo como resort invernal, este año ha dado una vuelta de tuerca y ha instalado un restaurant con una vista deslumbrante, que desde la altura nos muestra un escenario que tiene el volcán Lanín en un extremo y el lago Lácar al otro.
La trepada en camino de montaña a partir de la playa de estacionamiento en la base del cerro no es complicada y en este tiempo tiene un plus que hace que se disfrute: los costados del camino van mostrando flores de retamas, amancays, lupinos multicolores, que invitan a detenerse y sacarse fotos.
Claro que el restaurant ofrece más que su vista fabulosa, tiene un cuidado menú desarrollado, nuevamente, por el omnipresente Pablo Buzzo, que la brigada de cocina ha interpretado a la perfección.
Los elogios a la trucha que aparece como una de las propuestas, fue unánime.
Visitamos 2 veces la sede del Chapelco Golf. La primera para conocer el Puro donde Candela mima a los socios y no socios del club con sus propuestas.
La segunda fuimos a cenar, con atardecer incluido, al restaurant del hotel Loi Suites, que tiene una puesta muy elegante.
Ambos son atractivos y el único reproche no les compete: tratándose de un exclusivo barrio privado, el acceso es demorado, lento y tedioso, que incluye al entrar y al salir la molestia de que el conductor del vehículo deba descender para observar el baúl junto con la guardia.
Luego, para no abundar, hay una miríada de pizzerías y parrillas para todos los gustos, donde no se pretende sobresalir por el ingenio ni por la calidad de servicio.
Se encuentra lo que se va a buscar y se paga de acuerdo a lo que se recibe.
Tema para el debate: los sanmartinenses insisten en que tienen todo el derecho del mundo de encontrar en las cartas de sus restaurants favoritos platos con langostinos venidos de la lejana Puerto Madryn entre otras delicias de extramuros.
Un derecho al que hace tiempo renunciamos los porteños que vimos silenciosamente desaparecer la centolla de los menús en que abundaba en los años ’80.
La tendencia mundial es ir modificando los menús para evitar productos que viajan miles de kilómetros con la consiguiente consecuencia negativa para una gastronomía sustentable.
El tema no es nuevo. Ya generamos alguna polémica cuando en Mendoza fuimos homenajeados con menús sin alguno de los productos estelares mendocinos.
Entonces dijimos: “Para comer como si estuviera en La Mar, Crizia, Lo de Jesús o el Damblée de Buenos Aires, preferimos la versión original“.
Lo mismo dijimos cuando vimos aparecer los codiciados langostinos en Tilcara, en la Quebrada de Humahuaca, donde se dificultó conseguir un “picante de pollo”, pero la milanesa a la napolitana brillaba con su presencia en los platos de los turistas.
No va a faltar el distraído que nos acuse: “¿Desde cuándo los pescados de mar son originarios de la ciudad de Buenos Aires?”.
La respuesta es, para quien le guste aceptarla, que la ventaja de vivir en una ciudad sin productos locales propios, es que puede valerse de los que se producen en la provincia o región en que está ubicada y hasta un poco más lejos.
Los que deseen foi grás francés, pues que no se priven de ir a Francia y disfrutarlo, por dar un ejemplo.
La cordillera con sus corderos, jabalíes, truchas, frutos de todo tipo y chacras que producen vegetales maravillosos, entre tantos otros productos, debe reclamarles a sus cocineros que extremen su imaginación y los hagan lucir.
¡Falta que importemos queso gorgonzola de Italia, teniendo a la mano el Patagonzola que produce Mauricio Couly en la misma provincia de Neuquén!
Y ahora sí, abierta la polémica, los mejores deseos desde este espacio de que todos pasen unas felices fiestas.
Hoy más nunca recordemos: ¡SIEMPRE QUE LLOVIÓ, PARÓ!
Author: Alejandro
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Gran artículo, Alejandro.
Hace 7 años anduve por San Martín y disfruté de la bella sencillez de la cocina de Delli. Bullicioso, puede ser; pero la atención. de insuperable calidez, compensa todo.
Comparto la idea de que debe ponerse en primer plano los productos locales, pero también la ideas gastronómicas. Por qué bo podemos disfrutar de una buena ´picana de choique en San Martín.